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España España · almeria
Voto de TOM REGAN:
5
Drama Durante los años 60, la iglesia de los Santos Ángeles y su escuela eran el centro de la "Cocina del Infierno", un barrio marginal de Nueva York. Allí podían refugiarse los niños marginados. John, Lorenzo, Michael y Tommy son cuatro amigos que tratan de sobrevivir en el barrio, y cuya única guía moral es el padre Robert Carillo, un tipo criado en las calles que intenta que no se desvíen del buen camino. Sin embargo, tras una fechoría ... [+]
13 de agosto de 2021
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
297/07(12/08/21) Fallido film producido, dirigido y co-guionizado por Barry Levinson, que tiene una sugestiva primera parte (entre el 1966 y 68), un cuento de amistad con ínfulas a Scorsese en su modo de escenificar esta camaradería juvenil, con sus travesuras entrelazado a sus problemas familiares, ello con un rush final de esta infancia de terror gótico desgarrador, un relato sombrío del despertar (dura) a la inocencia, con secuencias aterradoras en el modo lóbrego de filmarse (filmadas por Michael Balhaus: “Goodfellas” o “Bram Stoker's Dracula”, elo en gran comunión con la edición de Stu Linder: “Grand Prix” o “Rain Man”), pero que en su segunda parte (1981), con la elipsis temporal cae en relato de venganza burda en el marco de una cinta judicial, que socava todo lo visto hasta entonces, un desarrollo estúpido, donde nada resulta mínimamente creíble, una sucesión de maquinaciones enrevesadas que son un insulto a la razón, donde solo sobresale la apología de la venganza, de los justicieros, ello mediante un plan que parece trazado por ‘Dos tontos muy tontos’. Además se supone que en este tramo se tratan los traumas del pasado como afectan al presente de estos jóvenes, pero esto llega entre superficial y simplista. Con el agravante de tener en su elenco a veteranos actores buenísimos muy desaprovechados, como son los magnos Vittorio Gassman y Dustin Hoffman, Robert DeNiro hace lo que puede con un rol veleta. Añádase que el casting para los chicos ya adultos me resulta errado, sobre todo en los que se suponen llevan el peso de la trama, Brad Pitt desubicado y un muy blandito Jason Patric, que además hace de un narrador omnisciente pésimo, solo se salva de la quema un siniestro Kevin Bacon. El libreto de Levinson adapta con Lorenzo Carcaterra el best-seller homónimo del segundo, que según el autor es un relato ligeramente ficticio de su propia experiencia, aunque algunos críticos han cuestionado su veracidad.

La primera hora de la película, ambientada entre 1966 y 1968, sigue a cuatro adolescentes de Hell's Kitchen en Manhattan a través de su infancia compartida terriblemente problemática: Lorenzo "Shakes" Carcaterra (Joseph Perrino), Thomas "Tommy" Marcano (Jonathan Tucker), Michael Sullivan (Brad Renfro) y John Reilly (Geoffrey Wigdor). El yo mayor de Carcaterra (Jason Patric) proporciona la narración, desarrollando una historia de compañerismo mediante situaciones cotidianas, bromas, zambullidas en el Hudson, ver a hurtadillas a chicas desnudas, y pequeños robos, mientras que el sacerdote del barrio, el padre Bobby (Robert De Niro), intenta mantenerlos por buen camino. Un día, una de las desventuras de los niños da un giro trágico y los cuatro amigos son enviados a un correccional, Wilkinson. Allí sufren a los guardias (no quiero spoilear), dirigidos por el sórdido Sean Nokes (Kevin Bacon); Hay una elipsis temporal y pasamos a 1981. Los adultos John (Ron Eldard) y Tommy (Billy Crudup) —ahora criminales profesionales— se topan con Nokes. Las consecuencias de esto deriva en su detención y posterior juicio. Michael (Brad Pitt), ahora asistente del fiscal de distrito, se pide el caso, entrará en escena también Shakes, este a su vez pide ayuda a su antigua amiga del barrio, Carol (Minnie Driver). El abogado defensor será el incompetente Danny Snyder (Dustin Hoffman), fichado por el capo mafioso King Benny (Vittorio Gassman).

Hay una supuesta reflexión sobre la ética de la verdad en la figura del párroco encarnado por DeNiro, que son puestas contra la pared sus convicciones morales cuando se le pide mentir por un supuesto bien mayor, apoyándose este en que la venganza (toman cual mantra la novela “El Conde de Montecristo”) puede ser justificada según que caso, y esto me queda torticero, pues de primeras ya vemos que este cura tiene un carácter flexible y vemos como previsible esta resolución. Y luego esto me queda un tanto naif en su tratamiento, nunca sentimos su dilema moral, solo un par de planos de él serio y ya está, me es estridente esto.

La banalización del abuso sexual infantil para tornarlo en un grimante espectáculo judicial del baratillo, un grotesco ensalzamiento de la venganza como cura a nuestros fantasmas del pasado me resulta asqueante, y más si tenemos en cuenta de que se toma muy en serio a sí mismo el relato.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
TOM REGAN
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