133/17(19/04/10) Comedia coral gala dirigida por Louis Malle en la que se hace un fresco del revolucionario Mayo del 68. Con el pretexto de un funeral, se reúnen en una finca vinícola una familia y varios personajes más en el que se intenta reflejar el crisol de ideas que bullían en ese año, resaltando las utópicas ideas izquierdo-anárquicas que pretendían cambiar el mundo y se diluyeron como un azucarillo. El argumento gira en torno a la muerte de una matriarca lo cual hace que sus hijos y nietos acudan a la finca, para enterrarla y dar fe del testamento, pero como en Francia se están produciendo disturbios y huelgas el cementerio está cerrado y el encuentro familiar se alarga. Debido a estos revueltos acontecimientos los habitantes de la casa se sumergen en un clima libertino que roza lo onírico, comidas en el campo, bailes, amor libre, todo ello en unos días convulsos que se cree poder construir un mundo idealizado donde todo es de todos, menos la finca que es mía. Malle se decanta claramente a favor de estas quiméricas ideas y lo transmite en esta casa lo que para él podría ser el modo de vida y se olvida que todo es muy bonito sobre el papel, pero en la realidad es otra cosa muy distinta. Destacable es el trabajo de Michel Piccoli llena la pantalla con su carismática presencia, posee un dominio total de la escena, un coloso. La puesta en escena resulta deliciosa creando un idílico microcosmos por el que el sueño de un mundo mejor revolotea como una mariposa dulce y delicada, con una deliciosa fotografía de Renato Berta que intenta recrear románticos cuadros bohemios. Hay un tramo en la cinta en que se desmadra, es como si la historia se le fuera de las manos a Malle, es cuando huyen por el monte, escapando de unos supuestos comunistas que van a por ellos, resulta demasiado disparatado, cercano a la astracanada. Recomendable a los que gusten de entretenidas comedias corales con mensaje implícito. Fuerza y honor!!!