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Voto de TOM REGAN:
8
7,7
4.878
Drama. Romance. Fantástico
Un pintor arruinado y abatido por haber perdido la inspiración conoce, un frío día de invierno, a una chiquilla en Central Park vestida de un modo anticuado. A partir de ese momento se suceden otros encuentros, con la particularidad de que en breves intervalos de tiempo la chica se va convirtiendo en una bellísima joven, de la cual el pintor se enamora. Pero Jennie esconde un secreto… (FILMAFFINITY)
2 de enero de 2019
3 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
168/07(14/12/18) Notable film de fantasía romántica dirigido por William Dieterle, pero claramente manejado por la megalomanía del productor David O. Selznick. El libro homónimo de Robert Nathan de 1940 en que se basó la película atrajo la atención de O. Selznick, lo compró de inmediato como vehículo para la ganadora del Oscar Jennifer Jones (por “The Song of Bernadette”, 1940), su pareja entonces y esposa en 1949 hasta su muerte en 1965. El rodaje comenzó a principios de 1947 en la ciudad de Nueva York y Boston, pero Selznick no estaba contento con los resultados, despidió y contrató a nuevos guionistas antes de que se completara la película en octubre de 1948. El rodaje de Nueva York le permitió a Selznick para fichar a Albert Sharpe y David Wayne, dando un toque irlandés a los personajes y la pintura en el bar que no estaba en la novela de Nathan. Selznick insistió en filmar en lugares reales de Massachusetts (The Graves Light) y en la ciudad de Nueva York (Central Park, The Cloisters y The Metropolitan Museum of Art), en contraposición a los escenarios de estudio, lo que aumentó dramáticamente la película y los costos de producción. La revisión principal de la película se produjo cuando Selznick agregó una secuencia de colores teñidos para las escenas finales, el plano final de la pintura, que aparece justo antes de los créditos, se presentó en tres bandas de Technicolor.
La cinta llama la atención desde su inicio pues no tiene créditos de apertura, solo el logo de Selznick Studio, los demás créditos aparecen al final. Antes de que comience la película, el narrador anuncia el título (después de entregar un prólogo hablado, “Desde siempre, el hombre ha mirado los confines del infinito y se ha planteado las eternas preguntas: Que es el tiempo? Que es el espacio? Que es la vida? Que es la muerte? (sigue una cita del autor griego Eurípides: “Quién sabe si morir no será vivir y lo que los mortales llaman vida será la muerte”, continua “Durante muchas civilizaciones, filósofos y científicos han ofrecido respuestas, pero seguimos desconcertados porque cada alma humana debe encontrar el secreto de su propia fe. La leyenda inquietante de 'Retrato de Jennie' se basa en los dos ingredientes de la fe: verdad y esperanza…” y acaba con una frase de Keats, al principio de la película: "La Belleza es Verdad, y la Verdad es Belleza, es lo único que sabéis en la Tierra" “Y ahora, 'Retrato de Jennie'"). Tras ello un film con claro carácter onírico, una cuasi-ensoñación poética del amor idealizado, mezclado con los complicados procesos creativos del artista, de cómo las musas le visitan, donde el romance etéreo traspasa las líneas de lo físico, para adentrarse en lo evocador, un nostálgico y conmovedor relato que intenta tener un hilo de realismo en la teoría de la relatividad de Einstein, donde las dimensiones y realidades paralelas se rozan para producir un Amor Eterno. Todo enmarcado en una ambientación de cuento de hadas melancólico, una absorbente narración enraizada en una atmósfera turbadora, por momentos fascinante, sustentado en imágenes mágicas de un Nueva York poseído por un halo de irrealidad cuasi-sobrenatural, envuelto en sombras, en nubes, en un sol deslumbrante, con el clímax en el Fin del Mundo con la tormenta, ello en miscelánea con la enervadora música creada por el francés Claude Debussy, empapando al espectador en un estado cuasi lisérgico de sensaciones entrañables, ello a pesar de un argumento complicado de traspasar a imágenes. Una obra con efluvios a otras otros films como “El fantasma y la señora Muir”, “La mujer del cuadro”, “Laura” o “Vértigo”. Ganó el Oscar a los Mejores Efectos Especiales. Joseph H. August también fue nominado para la Mejor Fotografía en b/n. El retrato de Jennie (Jennifer Jones) fue pintado por el artista Robert Brackman, la pintura se convirtió en una de las posesiones más preciadas de Selznick, y se exhibió en su casa después de casarse con Jones en 1949.
Narrada en primera persona por Adams, con lo que veremos puede ser parte de su imaginación (o no?, esto reflejado otra vez en la sabia Miss Spinney: “Te ha costado mucho dar con algo [Jennie] para sacar tu talento a la luz. No lo encontrabas así que… Puede que la vieras o no. ¿Qué más da? Con los años aprendes a creer en muchas cosas que no ves”.), es el filtro de su convulsa mente la que nos narra en su inicio nos habla del artista estancado, falto de inspiración, carente de empatía con el entorno, especie de misántropo peleado con el mundo, hete aquí un fallo del film al no dar sentido y hondura este carácter caustico, como si algo del pasado le persiguiese, pero esto ni se roza, es así y punto. La personalidad adusta y asocial del protagonista queda reflejada en lo que le dice Miss Spinney, “Aquí no hay ni pizca de amor. Qué le ocurre, Adams? Tendrá que aprender a querer profundamente algo”, esto da pie y entrada emocional (y mágica) lo que se sucederá a continuación con el encuentro de Eben con una enigmática joven por la que el pintor siente una turbadora conexión, una aparición cuasi-de fantasma, la vemos por vez primera apareciendo en una silueta entre dos enormes rascacielos en contrapicado, cual escenificando los edificios especie de portal a otra dimensión, pero este encuentro es fugaz dejando una marca profunda con una canción, “De dónde vengo nadie lo sabe, a donde voy todo va. El viento sopla, el mar fluye. Y adónde voy, nadie lo sabe”, y haciéndole que las musas de la inspiración creativa le visiten, el Amor como motor del Arte. Volverá a aparecérsele en el solitario banco de un parque en plena noche, donde la ya adolescente le dirá: “Me estoy dando mucha prisa. Me esperarás, verdad? Me darás un poco más de tiempo?”, Jennie reaparece en el estudio del protagonista, Adams la descubre al volver de pasear, ve la puerta abierta y, entra raudo para descubrir en medio de la semioscuridad una silueta en sombras, tras una rápida panorámica ascendente,... (sigue en spoiler)
La cinta llama la atención desde su inicio pues no tiene créditos de apertura, solo el logo de Selznick Studio, los demás créditos aparecen al final. Antes de que comience la película, el narrador anuncia el título (después de entregar un prólogo hablado, “Desde siempre, el hombre ha mirado los confines del infinito y se ha planteado las eternas preguntas: Que es el tiempo? Que es el espacio? Que es la vida? Que es la muerte? (sigue una cita del autor griego Eurípides: “Quién sabe si morir no será vivir y lo que los mortales llaman vida será la muerte”, continua “Durante muchas civilizaciones, filósofos y científicos han ofrecido respuestas, pero seguimos desconcertados porque cada alma humana debe encontrar el secreto de su propia fe. La leyenda inquietante de 'Retrato de Jennie' se basa en los dos ingredientes de la fe: verdad y esperanza…” y acaba con una frase de Keats, al principio de la película: "La Belleza es Verdad, y la Verdad es Belleza, es lo único que sabéis en la Tierra" “Y ahora, 'Retrato de Jennie'"). Tras ello un film con claro carácter onírico, una cuasi-ensoñación poética del amor idealizado, mezclado con los complicados procesos creativos del artista, de cómo las musas le visitan, donde el romance etéreo traspasa las líneas de lo físico, para adentrarse en lo evocador, un nostálgico y conmovedor relato que intenta tener un hilo de realismo en la teoría de la relatividad de Einstein, donde las dimensiones y realidades paralelas se rozan para producir un Amor Eterno. Todo enmarcado en una ambientación de cuento de hadas melancólico, una absorbente narración enraizada en una atmósfera turbadora, por momentos fascinante, sustentado en imágenes mágicas de un Nueva York poseído por un halo de irrealidad cuasi-sobrenatural, envuelto en sombras, en nubes, en un sol deslumbrante, con el clímax en el Fin del Mundo con la tormenta, ello en miscelánea con la enervadora música creada por el francés Claude Debussy, empapando al espectador en un estado cuasi lisérgico de sensaciones entrañables, ello a pesar de un argumento complicado de traspasar a imágenes. Una obra con efluvios a otras otros films como “El fantasma y la señora Muir”, “La mujer del cuadro”, “Laura” o “Vértigo”. Ganó el Oscar a los Mejores Efectos Especiales. Joseph H. August también fue nominado para la Mejor Fotografía en b/n. El retrato de Jennie (Jennifer Jones) fue pintado por el artista Robert Brackman, la pintura se convirtió en una de las posesiones más preciadas de Selznick, y se exhibió en su casa después de casarse con Jones en 1949.
Narrada en primera persona por Adams, con lo que veremos puede ser parte de su imaginación (o no?, esto reflejado otra vez en la sabia Miss Spinney: “Te ha costado mucho dar con algo [Jennie] para sacar tu talento a la luz. No lo encontrabas así que… Puede que la vieras o no. ¿Qué más da? Con los años aprendes a creer en muchas cosas que no ves”.), es el filtro de su convulsa mente la que nos narra en su inicio nos habla del artista estancado, falto de inspiración, carente de empatía con el entorno, especie de misántropo peleado con el mundo, hete aquí un fallo del film al no dar sentido y hondura este carácter caustico, como si algo del pasado le persiguiese, pero esto ni se roza, es así y punto. La personalidad adusta y asocial del protagonista queda reflejada en lo que le dice Miss Spinney, “Aquí no hay ni pizca de amor. Qué le ocurre, Adams? Tendrá que aprender a querer profundamente algo”, esto da pie y entrada emocional (y mágica) lo que se sucederá a continuación con el encuentro de Eben con una enigmática joven por la que el pintor siente una turbadora conexión, una aparición cuasi-de fantasma, la vemos por vez primera apareciendo en una silueta entre dos enormes rascacielos en contrapicado, cual escenificando los edificios especie de portal a otra dimensión, pero este encuentro es fugaz dejando una marca profunda con una canción, “De dónde vengo nadie lo sabe, a donde voy todo va. El viento sopla, el mar fluye. Y adónde voy, nadie lo sabe”, y haciéndole que las musas de la inspiración creativa le visiten, el Amor como motor del Arte. Volverá a aparecérsele en el solitario banco de un parque en plena noche, donde la ya adolescente le dirá: “Me estoy dando mucha prisa. Me esperarás, verdad? Me darás un poco más de tiempo?”, Jennie reaparece en el estudio del protagonista, Adams la descubre al volver de pasear, ve la puerta abierta y, entra raudo para descubrir en medio de la semioscuridad una silueta en sombras, tras una rápida panorámica ascendente,... (sigue en spoiler)
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
... distingue el rostro iluminado de Jennie adulta, servirá de modelo para el ansiado cuadro el pintor está ansiando plasmar en un lienzo. La última aparición es cuasi al borde del fin del mundo, en el Faro Land’s End.
En este análisis del Arte vemos la diferencia entre el mecenazgo con el mural (sobre el Líder independentista irlandés Michael Collins) que un dueño de un restaurante le encarga a Eben, y como este muestra entre poco y nada de interés, solo lo hace por necesidad gastronómica, contrapuesto a la efusión con que encara el cuadro de Jennie.
Jennifer Jones está radiante como la etérea Jennie, con rostro angelical con que es imposible no enamorarse, belleza resaltada por la fotografía, la envuelve en lo lisérgico, lo ensoñado, lo místico, muy linda, teniendo gran química con su partenaire; Joseph Cotten como Eben Adams demuestra lo gran actor con un papel complicado, pues debe hacer creíble toda una gama de emociones, llevando todo el peso de la trama, trasladándonos su desazón e inquietud con la odisea romántica que le ocurre, teniendo una excelente compenetración con la Jones. Ganó el Premio Internacional al Mejor Actor en el Festival Internacional de Cine de Venecia de 1949; Ethel Barrymore encarna con un gran carisma a Miss Spinney. Este personaje abre otra sutil subtrama, un romance platónico con Eben, desarrollado en base a pequeños gestos, miradas, habiendo claros paralelismos entre el amor que Adams tiene en diferentes fases con Jennie, y el de la otoñal marchante de arte mayor con el pintor.
La película magnetiza desde su atmósfera de cuasi-cuento de hadas, con una extraordinaria puesta en escena, con un exquisito diseño de producción de J. McMillan Johnson (“La ventana indiscreta”” o “Rebelión a bordo”), filmando en NYC (The Cloisters Museum; Central Park;…), y en Boston (Graves Light; Boston Harbor); esto atomizado por la magna cinematografía en glorioso b/n (y algo de technicolor) de Joseph H. August (“Gunga Din” o “Esmeralda, la zíngara”) haciendo de Nueva York una ciudad envuelta en nubes y brumas, emitiendo el frío invernal, envolviendo los fotogramas en un halo de fantasía etérea epidérmico, con vibrantes tomas aéreas de unos rascacielos que se yerguen cual gigantes sobre los protagonistas, con contrapicados maravillosos en su esencia metafórica, entretejiendo un clima de lirismo de cuasi-ensoñación, con muchos contrastes en grises, muchos claroscuros, muchas tomas en la hora mágica del crepúsculo, una urbe encantada gracias a recursos tan ingeniosos como el filmar a través de un lienzo, con sepias con sfumatos (spoiler), haciendo las escenas se vieran como pinturas reales, usó muchas lentes de los días de cine mudo, hacia el final, en el clímax en el faro introduce tomas en color verde, donde se produce un plano de claro potencial alucinatorio cuando vemos la escalera del faro en picado, cual espiral espectral, esto en consonancia con la alegoría de la tormenta, el mar rompiendo contra las rocas, vapuleando el bote. August murió poco después de completar la película (Póstumamente nominado para un Oscar a la Mejor Fotografía); Esto en conjunción con unos buenos f/x creados por Clarence Slifer (“La historia más grande jamás contada”), que tuvieron el premio del Oscar; Como estremecedor es el uso de la música para dar vigor dramático cuasi-surrealista a algunas escenas, ello enaltecido en los tramos en que aparece Jennie, donde del ucranio Dimitri Tiomkin (“Solo ante el peligro”) hace sublimar los arreglos de temas de Claude Debussy “Nuages”, “The Girl With The Flaxen Hair”, “Arabesque No. 1 in E” y “Prélude à l'après-midi d'un faune”, elevando la magia romántica de estos delicados segmentos, esto sumado al tema de Bernard Herrmann “Jennie´s song”, que entona Jennie con la música de fondo del theremin (spoiler).
En conjunto me queda una notable muestra de cine romántico. Fuerza y honor!!!
Para leer más sobre el film ir a: https://conloslumiereempezo.blogspot.com/2019/01/jennie.html
En este análisis del Arte vemos la diferencia entre el mecenazgo con el mural (sobre el Líder independentista irlandés Michael Collins) que un dueño de un restaurante le encarga a Eben, y como este muestra entre poco y nada de interés, solo lo hace por necesidad gastronómica, contrapuesto a la efusión con que encara el cuadro de Jennie.
Jennifer Jones está radiante como la etérea Jennie, con rostro angelical con que es imposible no enamorarse, belleza resaltada por la fotografía, la envuelve en lo lisérgico, lo ensoñado, lo místico, muy linda, teniendo gran química con su partenaire; Joseph Cotten como Eben Adams demuestra lo gran actor con un papel complicado, pues debe hacer creíble toda una gama de emociones, llevando todo el peso de la trama, trasladándonos su desazón e inquietud con la odisea romántica que le ocurre, teniendo una excelente compenetración con la Jones. Ganó el Premio Internacional al Mejor Actor en el Festival Internacional de Cine de Venecia de 1949; Ethel Barrymore encarna con un gran carisma a Miss Spinney. Este personaje abre otra sutil subtrama, un romance platónico con Eben, desarrollado en base a pequeños gestos, miradas, habiendo claros paralelismos entre el amor que Adams tiene en diferentes fases con Jennie, y el de la otoñal marchante de arte mayor con el pintor.
La película magnetiza desde su atmósfera de cuasi-cuento de hadas, con una extraordinaria puesta en escena, con un exquisito diseño de producción de J. McMillan Johnson (“La ventana indiscreta”” o “Rebelión a bordo”), filmando en NYC (The Cloisters Museum; Central Park;…), y en Boston (Graves Light; Boston Harbor); esto atomizado por la magna cinematografía en glorioso b/n (y algo de technicolor) de Joseph H. August (“Gunga Din” o “Esmeralda, la zíngara”) haciendo de Nueva York una ciudad envuelta en nubes y brumas, emitiendo el frío invernal, envolviendo los fotogramas en un halo de fantasía etérea epidérmico, con vibrantes tomas aéreas de unos rascacielos que se yerguen cual gigantes sobre los protagonistas, con contrapicados maravillosos en su esencia metafórica, entretejiendo un clima de lirismo de cuasi-ensoñación, con muchos contrastes en grises, muchos claroscuros, muchas tomas en la hora mágica del crepúsculo, una urbe encantada gracias a recursos tan ingeniosos como el filmar a través de un lienzo, con sepias con sfumatos (spoiler), haciendo las escenas se vieran como pinturas reales, usó muchas lentes de los días de cine mudo, hacia el final, en el clímax en el faro introduce tomas en color verde, donde se produce un plano de claro potencial alucinatorio cuando vemos la escalera del faro en picado, cual espiral espectral, esto en consonancia con la alegoría de la tormenta, el mar rompiendo contra las rocas, vapuleando el bote. August murió poco después de completar la película (Póstumamente nominado para un Oscar a la Mejor Fotografía); Esto en conjunción con unos buenos f/x creados por Clarence Slifer (“La historia más grande jamás contada”), que tuvieron el premio del Oscar; Como estremecedor es el uso de la música para dar vigor dramático cuasi-surrealista a algunas escenas, ello enaltecido en los tramos en que aparece Jennie, donde del ucranio Dimitri Tiomkin (“Solo ante el peligro”) hace sublimar los arreglos de temas de Claude Debussy “Nuages”, “The Girl With The Flaxen Hair”, “Arabesque No. 1 in E” y “Prélude à l'après-midi d'un faune”, elevando la magia romántica de estos delicados segmentos, esto sumado al tema de Bernard Herrmann “Jennie´s song”, que entona Jennie con la música de fondo del theremin (spoiler).
En conjunto me queda una notable muestra de cine romántico. Fuerza y honor!!!
Para leer más sobre el film ir a: https://conloslumiereempezo.blogspot.com/2019/01/jennie.html