Estoy a tu disposición. Con esa frase los niños huérfanos, mutilados, ciegos, sordos de Irak , mostraban su servicio, su prestación a las órdenes de un compañero. Facilitaban su ayuda, les tendían la mano. Cada uno de ellos acabó en una aldea donde la antena parabólica simboliza la fina cuerda por la comunicación, pese a que no entienden el inglés. Satélite, un niño de unos 13 años jefe del grupo de niños instala parabólicas y dirige la operación de desminado de la zona por unos dirhams para comer su tropa.
Las tortugas no pueden volar. Los niños de Irak, de Irán, de Palestina, de Libia no pueden volar, no como lo hacen las aves. Ni como lo hacemos nosotros los occidenatales soñadores que imaginamos paisajes y los vemos, que encontramos unos padres en casa y salimos a tomarnos una cerveza acompañada de un diálogo que intenta evocar el universo o jugamos una partida en una guerra por el jaque mate. Ellos están en una batalla por la vida que es normal que no quieran vivir. Únicamente añadiré que bendito es el cine por mostrarme otras realidades, pero me desgarro en el sofá por no poder hacer nada y me es muy difícil, justo ahora, después de verla, encontrar el sentido a algo.