Todos sabíamos que “Ángeles y demonios” iba a ser tan polémica como su predecesora en las pantallas (sólo en las pantallas, ya que la novela del mismo título vio primero la luz); todos sabíamos que algo que levanta tantas filias y fobias como Dan Brown, el Código Da Vinci y demás, iba a traer mucha cola.

Ahora bien, para ser sinceros, tenemos que hacer un análisis justo de la situación de dos maneras diferentes: el libro, y la película:

- El libro, al igual que le ocurrió al Código, comienza muy bien, pero en mi opinión, un convulso final, demasiado agitado y breve tira al traste con lo previo, dando la sensación de que las prisas del escritor han precipitado un final nada a la altura del resto.
- La película, esta vez, peca de efectista; es decir, la trama y su resolución; los indicios y las conclusiones gracias a las pistas pasan bastante desapercibidas en pro de unos efectos más dinámicos que le den a la película una base más importante de película de acción a lo “Misión Imposible”. Se echa de menos más información de los Iluminati, más elaboración de porqué ir por aquí o por allí.

¿Conclusión? Como adaptación es bastante mediocre, ¿cómo película? Ciertamente no te vas a aburrir, determinadas cosas te sacarán la sonrisa de la inverosimilitud, pero es la misma que cuando a Tom Cruise se le queda la hélice puntiaguda después de girar y girar sobre una catenaria a dos centímetros de la nuez; cuando Jackie Chan de un salto cubre la distancia de tu casa a la de tus abuelos (estando éstos en otra provincia)... es cine, fábrica de sueños, licencias que se toman para aumentar la acción, para que el corazón vaya más rápido.

“Ángeles y demonios” no aburre, no gusta (personalmente no lo hizo) pero no decepciona. Ahora... a comprar la entrada y a juzgar pero... tratando que filias y fobias estén al margen, no es justo.