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Voto de saudade:
66.638
Intriga. Drama
Los Angeles,1928. Christine Collins (Angelina Jolie) es una madre soltera cuyo hijo desaparece sin dejar rastro. Algunos meses después, la policía le comunica que ha encontrado al niño, pero, nada más verlo, Christine se da cuenta de que no es su hijo. Sin embargo, está tan confundida que se lo lleva a casa, aunque exige que continúe la búsqueda de su verdadero hijo. Tachada de loca e incapacitada por la policía, por fin encuentra un ... [+]
22 de diciembre de 2008
17 de 24 usuarios han encontrado esta crítica útil
Superando el cruento frío de Madrid, agarras tu abrigo, y con tu mejor compañía te diriges al ansiado estreno de la nueva película del maestro.
El paseo hasta el cine es algo trémulo, parco en palabras, en el fondo, porque ambos deseamos que Clint no nos defraude, que no se apague nunca la vela de la genialidad, no quedarnos huérfanos de arte.
Compras las entradas y (es lo que tienen las sesiones no numeradas) te pones a la cola... un cigarrito... fugaces conversaciones... un cigarro... y notas como la menuda mujer morena abre lentamente la puerta. Con la avidez y nerviosismo propia de un adolescente ante su primera cita, subes las escaleras, llegas a la sala y eliges las mejores butacas... ya queda menos.
Poco a poco y tras interminables anuncios de "Movierecord" se apagan las luces completamente y comienza el espectáculo.
Y por fin respiras… el maestro sigue con nosotros, su vela sigue más incombustible que nunca… y por fin sonríes y la carne de gallina invade tu cuerpo.
“El intercambio” es una película que, guión a parte (soberbio) e historia real a parte (lamentable, siempre la realidad es más dura que la ficción) tiene la complicidad de los grandes.
El visionado de esta película te lleva indefectiblemente a una palabra: cariño. El cariño con que el viejo genio ha rodado el film traspasa la pantalla. Es una caricia, un abrazo entre dos.
Es un dedo recorriendo levemente la espalda del amante, un dedo que al rozar esa piel tibia emite un sonido imperceptible a oídos del mundo, pero que Clint transforma en banda sonora.
Son unos labios, rozando sensualmente otros labios, de esa entrecortada respiración, mi admirado director, crea un paisaje, una imagen.
"El intercambio" es una película que no puedes dejar de ver, de perfecciones transparentes, de saber hacer clásico, perfecta, redonda, suave hasta en los momentos duros.
"El intercambio" tiene la agudeza única que sólo los genios pueden percibir, reconocer y compartir, lo que ocurre es que en este caso, dicha agudeza viene envuelta y con una cinta de regalo azul.
El maestro vuelve a la carga - lo mejor es que nunca se llegó a ir- haciendo que el resto del mundo desee cuidar esa fragilidad que nos demuestra en sus ojos cada día más dulces para que siempre esté con nosotros.
Como decía una canción: andamos justos de genios...
El paseo hasta el cine es algo trémulo, parco en palabras, en el fondo, porque ambos deseamos que Clint no nos defraude, que no se apague nunca la vela de la genialidad, no quedarnos huérfanos de arte.
Compras las entradas y (es lo que tienen las sesiones no numeradas) te pones a la cola... un cigarrito... fugaces conversaciones... un cigarro... y notas como la menuda mujer morena abre lentamente la puerta. Con la avidez y nerviosismo propia de un adolescente ante su primera cita, subes las escaleras, llegas a la sala y eliges las mejores butacas... ya queda menos.
Poco a poco y tras interminables anuncios de "Movierecord" se apagan las luces completamente y comienza el espectáculo.
Y por fin respiras… el maestro sigue con nosotros, su vela sigue más incombustible que nunca… y por fin sonríes y la carne de gallina invade tu cuerpo.
“El intercambio” es una película que, guión a parte (soberbio) e historia real a parte (lamentable, siempre la realidad es más dura que la ficción) tiene la complicidad de los grandes.
El visionado de esta película te lleva indefectiblemente a una palabra: cariño. El cariño con que el viejo genio ha rodado el film traspasa la pantalla. Es una caricia, un abrazo entre dos.
Es un dedo recorriendo levemente la espalda del amante, un dedo que al rozar esa piel tibia emite un sonido imperceptible a oídos del mundo, pero que Clint transforma en banda sonora.
Son unos labios, rozando sensualmente otros labios, de esa entrecortada respiración, mi admirado director, crea un paisaje, una imagen.
"El intercambio" es una película que no puedes dejar de ver, de perfecciones transparentes, de saber hacer clásico, perfecta, redonda, suave hasta en los momentos duros.
"El intercambio" tiene la agudeza única que sólo los genios pueden percibir, reconocer y compartir, lo que ocurre es que en este caso, dicha agudeza viene envuelta y con una cinta de regalo azul.
El maestro vuelve a la carga - lo mejor es que nunca se llegó a ir- haciendo que el resto del mundo desee cuidar esa fragilidad que nos demuestra en sus ojos cada día más dulces para que siempre esté con nosotros.
Como decía una canción: andamos justos de genios...
