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Tajikistan Tajikistan · Demonlandia
Voto de Neathara:
4
Drama. Fantástico. Aventuras William Bloom (Billy Crudup) no tiene muy buena relación con su padre (Albert Finney), pero tras enterarse de que padece una enfermedad terminal, regresa a su hogar para estar a su lado en sus últimos momentos. Una vez más, William se verá obligado a escucharlo mientras cuenta las interminables historias de su juventud. Pero, en esta ocasión, tratará de averiguar cosas que le permitan conocer mejor a su padre, aunque para ello tendrá ... [+]
15 de abril de 2010
145 de 232 usuarios han encontrado esta crítica útil
Soy de las que disfrutaron mucho con el periplo gótico de Tim Burton previo a su conversión al mundo Amélie. De "Beetlejuice" a la genialísima "Ed Wood", su universo gobernado por el negro, los cuadraditos, las espirales y los árboles retorcidos me parecía un oasis donde refugiarnos una vez al año del panorama ultra-convencional que solía presidir las carteleras. Ahora que tenemos al alcance de la mano tanta diversidad, quizás no se entienda a menos que se hayan vivido los tiempos en los que o ibas al cine o ya podías encomendarte a dios y al diablo para ver un estreno americano. En efecto, en aquellos tiempos, el cine de Burton era único.

No me gustaría ser este tipo de persona que no perdona la evolución de sus divos cinematográficos, pero para mi consternación y aunque me ha costado hacerlo, le he tenido que retirar el crédito al Tim Burton de los colorines. No más tripis en mi bar, caballero. En mi opinión, los guiones de sus películas nunca fueron su fuerte, no así su diferenciada estética. Pero al entrar en el universo Teletubbie que le gusta ahora, destacan aún con más fuerza las eternas debilidades de diálogos y guión. Y no, señor Burton. No por saber rimar, eres un poeta. No por exponer a un personaje a situaciones surrealistas eres Lewis Carroll. No por soltar frases misteriosas eres enigmático. Y no por enumerar acontecimientos eres un narrador.

Porque eso es "Big Fish": una enumeración de hechos forzadamente poéticos con abuso de estética de cuento y personajes planos como hojas caducifolias. Ni siquiera hay una cohesión entre los hechos, es sólo una sucesión. La emisión de imágenes abusivamente bonitas acaba resultando tóxica: embota el entendimiento, adormila la capa superficial del espíritu y no arraiga más allá porque la cosa es más falsa que un duro de ocho. Esta Amélie iniciática no brota con naturalidad del seno creativo del hombre que parió a Eduardo Manostijeras.

Pero lo peor es intuir lo que en el fondo ha debido pasar: Burton, que era un gran cuentista, se ha convertido en un pésimo contable. Así, no.
Neathara
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