Poderío visual a tope, pero ridículamente desfasado y con un argumento idéntico a alguna de Sarita Montiel, pero como va de ballet y está detrás el virtuoso dúo Powell/Pressburger toca deshacerse en loores.

Pues no. Su retrato del mundillo tiene momentos que resuenan con cierta verdad, pero todo toma un giro demasiado a lo Ana Karenina, donde el ballet es el marido, el compositor, el amante y la chica, la trágica adúltera que no sabe a quién de los dos debe elegir.

No importa mucho. Sus dilemas carecen de garra, los personajes son insípidos, la historia romántica es floja y superficial, el obsesivo Boris es una caricatura. Por demás, al ser la película de quien es, hay una gran puesta en escena, muchos colorines de cuento y montones de metáforas visuales del tipo de: "¡Mírame! ¡Soy una Metáfora!"

Me quedo con el cuento de Andersen, que siendo apenas cinco líneas de guión, es lo único que consigue emocionarme.

"Érase una niña que deseaba unas zapatillas rojas para ir a un baile. Cuando por fin las consiguió y bailó hasta agotarse, descubrió que las zapatillas rojas no querían dejar de bailar..."