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Tajikistan Tajikistan · Demonlandia
Voto de Neathara:
9
Drama La historia está ambientada en 1907, en Uppsala, Suecia, y se centra en los Ekdahls, la familia del joven Alexander y su hermana Fanny. Los padres se dedican al teatro y son felices, hasta que el padre muere de forma repentina. Al poco tiempo, la madre decide casarse con un líder religioso conservador, una decisión que cambiará sus vidas. (FILMAFFINITY)
29 de noviembre de 2008
95 de 116 usuarios han encontrado esta crítica útil
No he visto nada de Bergman salvo esta película y fue por una cosa que se relaciona con lo que voy a escribir aquí y que mencionaré más tarde. Pero para realizar este texto, he tenido que recurrir a muchos recuerdos enterrados en lo más profundo de mi consciente: puesto que para mí era importante preservar un cierto tipo de perspectiva y aunque me ha costado, creo que lo he conseguido.

La película es la narración de un yayo, Alexander, que nos habla la época en que tenía diez años. Comienza con una bonita familia sueca celebrando la Navidad, se quiebra de forma brusca con la muerte del padre y sufre un giro de noventa grados cuando la madre viuda vuelve a casarse y ella y los críos se mudan a una nueva casa.

Al principio de la historia, el universo infantil es como debe de ser, los críos juegan, experimentan, se esconden, sueñan, espían...Los adultos son gente algo divertida y grotesca a los que acechar desde las esquinas y debajo de las mesa y de los que despreocuparse alegremente cuando se imponen otros intereses. La imagen del Mal existe, pero todavía no ha tomado forma. Son tiempos agradables, un poco claustrofóbicos y ciertamente mágicos.

Más tarde, cuando la madre se casa con el severo padrastro, ese mundo se estrecha y oscurece: El Mal se hace carne y lo que es peor, es la madre quien lo introduce sin preguntar, obligándoles a tratar de sobrevivir bajo su sombrío reinado. La nueva presencia destierra los juegos de antaño e impone una clase de juegos más oscura: la lucha de la infancia por superar la primera noción de que no todos los mayores están ahí para protegerlos.

El mayor logro de Bergman es haber conseguido realizar una disección adulta sin perder la percepción pura y a un tiempo monstruosa de los críos. Hay un dolor muy vivo y lacerante plasmado aquí, esa clase de dolor que sólo genera la horrible impotencia de los niños frente a unos cambios que escapan a todo su control. Bergman revindica ese dolor y lo hace como el niño, no como el adulto y esa capacidad me deja atónita. No conozco ningún otro caso en cine donde haya visto algo parecido a eso. Es como un grito que atraviesa la pantalla y perfora los tímpanos de tu primera memoria. Yo he vivido eso antes.

Hay algún apunte que podría decirse fantástico...pero no me queda claro si esa fantasía proviene de la visión "real" o de la especial deformación con que observan el entorno unos ojos infantiles. Me declino por lo segundo.

Se puede ver desde los dos puntos de vista, el del adulto y el del niño y toda la riqueza de la historia se desvelará en esta bifurcación de miradas. Pero donde el adulto verá un dramón denso, atormentado, onírico y oscuro, el niño se encontrará una película que contiene algunos de los mayores terrores que jamás pudiera concebir en su particular concepción del mundo.

Lo sé porque también la vi con diez años y mis pesadilllas todavía no la han olvidado. Es por eso por lo que no he visto ni veré más películas de Bergman. Me da miedo.
Neathara
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