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Voto de Alvaro Zamora Cubillo:
9
Drama París, principios de los años 90. Un grupo de jóvenes activistas intenta generar conciencia sobre el SIDA. Un nuevo miembro del grupo, Nathan, se quedará sorprendido ante la radicalidad y energía de Sean, que gasta su último aliento en la lucha. (FILMAFFINITY)
3 de marzo de 2018
2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Terminando de ver “120 Battements par Minute” (2017) de Robin Campillo con Nahuel Pérez Biscayart, Adèle Haenel, Yves Heck, Arnaud Valois, Emmanuel Ménard, entre otros. Drama francés, ganador del Gran Premio del Jurado en El Festival Internacional de Cine de Cannes; ganador de 6 premios de 13 nominaciones al César del Cine Francés, incluyendo Mejor Película, Mejor Guión Original y Mejor Actor de Reparto (Antoine Reinartz); y candidata para representar a Francia en los Premios OSCAR; la historia sigue a una pareja de un grupo de ACT-UP/PARÍS, activistas en la lucha contra El SIDA, que a modo de “guerrilla” dedican sus esfuerzos a luchar por dar visibilidad, y lograr una mayor implicación del gobierno y de las farmacéuticas. La película vale sus 2horas y 23 minutos exactos, porque nos mete en el ese recinto donde el grupo pasa sus momentos de logística para implementar sus actividades, hasta llegar a conocer a algunos de los miembros del grupo, de manera calmada, sin estridencias ni situaciones forzosas; al tiempo que vemos cómo se van involucrando en una sociedad hipócrita, despreocupada, desinformada, y antipática. La historia no solo pone el dedo en la llaga en el gobierno y en las farmacéuticas, sino también en los métodos y actitudes de los activistas, pero si algo debemos tener en cuenta en todo el metraje, es el reloj, el reloj biológico infectado de esos jóvenes que enfermos, se niegan a morir, denunciando que NO RECIBEN la ayuda que necesitan. Llama poderosamente la atención, la falta de seriedad de la misma juventud que está expuesta al virus, porque “no soy gay” o “eso no me va a pasar a mí” entre miles de estupideces que la película inteligentemente remarca; así como la unidad de los afectados, y la lucha desesperada contra el tiempo. Técnicamente, las imágenes que hacen transiciones de momentos agradables a momentos serios o íntimos, son de una belleza poética pocas veces vista, como por ejemplo, la escena de la discoteca con el momento íntimo de la pareja protagonista, o con el virus mutante… son escenas que siendo poderosas, quedan grabadas por lo bien rodadas que están, así como la banda sonora, con “Smalltown Boy” de Bronski Beat en francés, quedó estupenda. Del reparto, actores comprometidos con sus personajes, desde la madre que infectó al hijo, hasta la pareja del paciente del filme, que al final, mira a la cámara como diciendo, “esto es lo que me espera” o en el peor de los casos, “solo necesito tener sexo” Es una imagen desgarradora, como la parte de las cenizas y el sepelio político… la película tiene muchos puntos para reflexionar como sociedad, como personas, como vecinos, amantes, y amigos. No deja muñeco sin cabeza, y reparte bien todas las responsabilidades.
RECOMENDADA
PRONTO una nota en Lecturas Cinematográficas.
http://lecturascinematograficas.blogspot.com/
Alvaro Zamora Cubillo
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