La segunda entrega de la saga gamberra de agentes secretos continúa su legado. Eso sí, renunciando en parte a la frescura y sorpresa que produjo su antecesora. Matthew Vaughn vuelve a los personajes de Dave Gibbons y Mark Millar como ya hizo y los vuelve a meter en problemas. Contra una Julianne Moore salida de registro, sobresaliente.

Las escenas de acción están rodadas de forma impecable y la sensación de vértigo que producen los movimientos de cámara hacen la cinta muy entretenida (la primera secuencia en el coche entra muy fuerte) aunque por momentos excesiva, y poco sorprendente vista la película anterior. 

El humor irónico y exagerado que transmiten muchos diálogos y situaciones hará reír a muchos, y aborrecer a otros tantos. Personalmente me reí, pero era consciente del humor de cada uno en general, y de ese día en particular.

La trama ,grosso modo, es bastante simple. Tampoco necesita mucho más. Una mala malísima (excéntrica y desolada Julianne Moore, lejos de sus papeles habituales haciendo de narcotraficante/empresaria muy muy ambiciosa) cuyo objetivo es la legalización, para lo cual es capaz de acabar con todo el mundo. La inclusión del debate de las drogas recreativas en la historia es algo que me llamó poderosamente la atención, más siendo una película tan comercial y con tanta presencia en cines.

En definitiva, es un filme fresco,  audaz, ingenioso, y extremadamente entretenido (a sus 141 minutos se pasa volando) pero que en mi opinión bebe demasiado de la primera entrega, y quizás peca de ser excesiva tanto en acción como en reacción. Si lo que buscas es puro entretenimiento, con un ligero atisbo de debate social, no dudes ni un segundo y lánzate a por ella. Si la primera no te convenció... no lo intentes con esta.

Lo mejor: Las escenas de acción, en un metro cuadrado te prepara una pelea brutal.Y la música.

Lo peor: El agotamiento que puedan producir esos excesos que a veces comete.

Nota: 6/10