Pese a que Bojack Horseman pueda parecer lenta o cueste engancharse a ella al principio, a medida que avanzamos (y conocemos mejor la historia de Bojack) encontramos una serie con mucha personalidad que nos ofrece un espejo frente al que vernos reflejados. Nos permite enfrentarnos a realidades muy duras de nosotros mismos a través de la vida de este complejo protagonista. Bojack posee un marcado existencialismo nihilista y ofrece al espectador un crudo relato humano. En sus reflexiones podremos explorar en nosotros mismos, pero más aún en sus silencios y en la dureza de algunas de las escenas de mayor intimidad y conexión personal que ofrece la pantalla.

Tras un llamativo y descarado escaparate visual, se esconde una profunda serie adulta cargada de melancolía, auto-boicot humano y expectativas humanas. Es una serie sobre la identidad y la búsqueda de la felicidad que posee una atmósfera depresiva pero hilarante capaz de emocionar al espectador generando multitud de sentimientos encontrados y emociones ambivalentes. Es evidente que Bojack Horseman mejora con el tiempo y merece la pena hacer un esfuerzo inicial para dejarse cautivar por ella.