A todos los que se conmovieron leyendo la hermosa historia del pequeño Bruno, que sonrieron al contemplar el nazismo a través de los ojos del pequeño protagonista, cuya inocencia le impedía vislumbrar el auténtico horror que se escondía tras los actos más cotidianos, que negaron el final de esta historia con lágrimas en los ojos… Siento decirles que, al salir de la sala del cine con el corazón prieto en la mano, tendrán esa extraña sensación que únicamente puede explicarse en francés. La película simplemente consiste en una adaptación literal de sus hojas a la gran pantalla, en un intento por ser participe de los beneficios reportados por uno de los grandes fenómenos literarios de este año. Además de proporcionar una excelente excusa a aquellos que no disponen de las dos horas necesarias para la lectura de este libro, cambiándola por una hora y media de película.
Pese a ello, me veo en la obligación de reconocer que, pese a que se trata de una trascripción exacta de la obra, la fotografía de Benoit Delhomme y la música de James Horner representan un añadido específico del que siempre carecen los libros, terminando de completar esta magnífica historia de amistad. También merece ser destacado los protagonistas infantiles, capaces de interpretar mejor que los actores veteranos que los acompañan a lo largo de toda la película.

En conclusión: Notable adaptación, sin grandes pretensiones, que permite a los más exiguos de tiempo y paciencia cambiar el papel por el fotograma.