La versión animada de Dumbo fue la primera película que vi, o al menos la primera que recuerdo. Fue mi primer contacto con el cine (y yo aún sin saberlo) cuando tenía 2 o 3 años. Ocupaba (y ocupa) un lugar especial en el salón de mi casa junto a otras cintas en VHS como Aladdín, La Bella y la Bestia, 101 dálmatas... Pero Dumbo era mi favorita. Había algo en aquel elefantito de orejas grandes que me atraía y con lo que me sentía identificado. Al fin y al cabo, los dos éramos pequeñines tratando de descubrir el mundo.

Creo que no hace falta detallar aún más mi relación con Dumbo, así que vayamos al turrón. No tenía muchas esperanzas en este remake, pero al final me ha gustado bastante. No he salido para nada decepcionado del cine, al igual que tampoco me ha sorprendido en gran medida. Aprueba con nota, pero no llega al sobresaliente. Frente al resto de remakes innecesarios que esta orquestando Disney, Dumbo es quizás la película que mejor puede aceptar una revisión, teniendo en cuenta que la original data de 1941 y Aladdín, cuya nueva versión se estrena este mayo, no llega a las tres décadas.

Mientras que la original apenas alcanzaba la hora de duración, esta Dumbo casi llega a las dos. El primer tramo de la película prácticamente es idéntico a la versión que todos conocemos, y el segundo nos regala una continuación de la historia, totalmente nueva. Entre los protagonistas encontramos a Colin Farrell y los jóvenes Nico Parker y Finley Hobbins, un tanto faltos de carisma y encanto; al contrario que el coro de secundarios encabezado por Danny DeVito que, en su justa medida, aportan un gran dote de personalidad a la cinta. Sin embargo, el que verdaderamente encandila y eclipsa al reparto humano es el elefantito Dumbo creado por ordenador, tan encantador como el original. En esta versión no tenemos animales parlanchines, aunque sí un pequeño cameo del inolvidable Timoteo.

Dirige Tim Burton, aunque quizás sea su película menos "timburtionana" (irónicamente menos que Pesadilla antes de navidad, que ni siquiera la dirigió él). Se trata más de un encargo por parte de Disney que una obra salida de la imaginación de Burton, que en esta ocasión no es más que un mero artesano. El film carece de su seña de identidad y a decir verdad solo sabemos que es obra suya porque su nombre aparece en los créditos, pero aún así, repito, Dumbo no deja de ser una buena película.

Tras la batuta se encuentra Danny Elfman, que tampoco se luce del todo en la cinta. La banda sonora acompaña, pero no construye nada sobre la imagen. A señalar también la incorporación de las canciones de la Dumbo original en su versión instrumental, que le dan un toque nostálgico a la película que no viene mal. La escena inicial ya me demostraba que esto iba a ser algo más que lo que yo me imaginaba por los tráilers.

Una vez le hemos dado caña, pasemos a contar algo de lo bueno. Lo que diferencia a Dumbo del resto de películas infantiles de la cartelera es que rebosa corazón y alma por sus cuatro costados. No es una película simplona para entretener a los críos, es un film con valores que transmitir, con moraleja, con enseñanzas. Ya no se ven muchas de estas en el cine infantil de hoy en día, y es una pena. El amor fraternal y el cariño a los animales que desprende Dumbo no lo podrás encontrar en otra cinta, solo en esta y en su versión animada, que aunque sigue siendo mucho más encantadora e icónica, la nueva no se queda atrás. Sin duda, una gran continuación del legado y los valores que aprendimos con este adorable elefante de orejas grandes, y una estupenda elección para ir en familia a pasar una tarde al cine.