Primera participación conjunta de Eastwood y Don Siegel, uno de los grandes influyentes en el cine posterior del primero, que aquí relata la búsqueda de un peligroso criminal por parte de un sheriff anclado en una metodología poco sutil y que no encaja con la de la ciudad.
La historia no da para mucho, pero ofrece a Clint Eastwood la posibilidad de seguir explotando la imagen de tipo duro, con frases recurrentes, llenas de sarcasmo e ironía, que ayudan a seguir con ligereza el relato, que en algunos puntos pierde ritmo.
Gran parte del atractivo de la trama radica en el carisma rudo y anticuado del protagonista, que ofrece la posibilidad de dar paso a situaciones cómicas.
Destaca la presencia en un papel secundario Lee J. Cobb, de la que sin duda, podría haberse sacado más partido, en beneficio del choque cultural entre su personaje y el de Eastwood.
En conjunto resulta una trama floja, resultando liviana, previsible y por momentos parsimoniosa, a pesar de contar con alguna secuencia de persecución, que el paso del tiempo deja en mal lugar.
La falta de cuerpo del argumento, hace que Don Siegel incluya secuencias excesivamente prolongadas, que no sirven más que para aportar algunas imágenes de destape y secuencias de antiguos trabajos del autor.
Simplona y floja en su ejecución, lo mejor entre Eastwood y Siegel estaba por venir.