Estamos ante un film que no deja de ser una encantadora y conmovedora propuesta su visión, gracias a la grandeza y sencillez de su mensaje y contenido. Es también una película muy interesante de ver ya que con ella se iniciaron las carreras de Stephen Daldry en la dirección y del joven y prometedor actor Jamie Bell en el mundo de la actuación.

La película no creo que deje indiferente a nadie gracias a que no deja de ser un drama muy sutil y perspicaz pero dotado con unos tintes cómicos muy frescos que la hacen dotar de una gran frescura en todo el metraje pero sin hacerla demasiado dramática. Es un equilibrio perfecto entre la comedia y la tragedia gracias al simpático personaje de Billy Elliot que desprende una conmovedora ternura des de su primera aparición y a la figura de su padre, que pese a que al principio no sea un personaje que puede agradar al espectador, a medida que avanza la película entendemos su precaria y difícil situación y alabamos sus acciones.

Resulta un tanto complicado calificar esta cinta, su propuesta es muy acertada, donde mezcla sabiamente los géneros que toca dotando a la película de una belleza, simplicidad y frescura de lo más encomiables. No cabe la menor duda de que estamos ante una pequeña película que en su interior se haya un mensaje social enorme y muy comprometedor, pues su implicación social es muy acertada, dura y realista, pero bajo la simpatía de unos personajes muy bellos, humanos y divertidos. Muy emotiva película familiar.

Tampoco hay que olvidar las maravillosas interpretaciones de los actores y la conmovedora relación de Billy Elliot con su profesora de ballet, brillantemente caracterizada por Julie Walters.