'Moon' ha venido precedida de una nula campaña promocional (su estreno en Madrid ha sido, más que silencioso, mudo) pese a una buena acogida tanto de crítica como de público y a un éxito: Sitges. Aunque las expectativas generadas iban en otra dirección, el resultado no es tanto el supuesto gran misterio que encierra como su lograda sensación de incertidumbre a lo largo de todo el metraje, y esto parece haber creado cierto descontento en algunos.

Otra cosa: la opera prima de Duncan Jones no es 'Blade Runner' ni '2001: una odisea del espacio' (por citar dos famosos y fundamentales ejemplos), aunque se les asemeje en factura visual e ideas. Por fortuna, 'Moon' no es un refrito sino más bien un sencillo y elegante homenaje a aquella vieja sci-fi y nos cuenta, sin más ataduras, una historia humanista.

Su técnica es irreprochable, y se apoya en su apuesta conceptual y en la modulación de la atmósfera mucho más que en los acertados y comedidos efectos especiales. En su narración pausada pero de interés siempre constante va desvelando poco a poco sus claves, enfocadas a retratar la soledad del hombre y el peso de sus recuerdos (lo cual llega a dotar al film de una inusual, tenue emotividad), y a dejar un ligero poso de crítica al deshumanizador capitalismo que persigue la mejor calidad de vida (de sus clientes). Su carga moral le da mayor profundidad y empaque, aunque nunca llega a ahondar demasiado en sus postulados, pero tampoco importa demasiado. 'Moon' no aspira a convertirse en un clásico de la ciencia-ficción ni pretende crear escuela (aunque, eso sí, se revela alumno avispado y respetuoso).

'Moon' es, al fin y al cabo, una película de suspense lunar protagonizada por un excelente Sam Rockwell, desdoblado en su propio show metafísico y aguantando todo el peso de la película con un atrezzo gélido y más bien escaso, y su compañero robótico (Gerty, con el fantástico recurso de la pantalla infantiloide), carismático e intrigante. Y todo ello ya es más que suficiente para este debut a tener en cuenta.

Podría formar una satisfactoria sesión doble con 'District 9', otro ejemplo de que la ciencia ficción es un género que puede ir más allá de la espectacularidad y los F/X, descubriéndose como un universo poblado de fascinantes ideas, y como un espejo adusto de nuestra compleja realidad.

El 2009 está demostrando que este género NO está muerto.