Esta frase pronunciada por el viejo mexicano interrogado por los ufólogos resume a la perfección el testimonio de muchos testigos del fenómeno OVNI. Night Shyamalan debería haber aprendido de "Encuentros en la tercera fase" antes de rodar esa bazofia llamada "Señales". La película de Spielberg puede ser catalogada por merecimiento propio como una de las mejores del género, con elementos del estilo que marcaría su posterior cine y que podrían apreciarse de nuevo cinco años después en "E.T. el extraterrestre". Otra curiosidad del film es ver actuar al director francés François Truffaut en el papel de Lacombe, aunque resulta algo cargante escucharlo todo el rato traducido.
Sin abandonar su típico toque familiar y mágico, Steven Spielberg basa esta historia en las vivencias de aquellas personas que aseguran haber mantenido contacto con seres de otro planeta, así como en las extrañas circunstancias que han rodeado dicha experiencia. Se centra especialmente en una premisa lógica que afectaría a cualquier humano al que le sucediera algo parecido: El miedo a lo desconocido, a ignorar qué clase de poderes superiores poseen esos nuevos visitantes y qué intenciones tienen con respecto a nosotros. El ejemplo más claro de esta afirmación es - y para mí también la escena que queda grabada a fuego en nuestras mentes - la abducción de Barry, absolutamente impactante, inquietante e incluso terrorífica desde el suspense. Además, esas sensaciones se intensifican al comprobar que, por muchas precauciones que tomemos, estamos indefensos ante tal aparente peligro.
Pero Spielberg, sobre todo en su primera etapa como cineasta, no podía permitir que esa imagen distorsionara un posible futuro feliz. El final así lo demuestra, con el uso de una maravillosa fotografía misteriosa y, cómo no, esa música de John Williams que dota de sentido el argumento de la película.