Viendo "El último beso del Káiser" resulta inevitable recordar esa película de Paul Verhoeven, la cual aborda también la relación entre una judía de la Resistencia y un oficial alemán que va cambiando su modo de pensar a medida que conoce cómo son realmente los nazis (el tremendo discurso de un excelentemente caracterizado Himmler durante la cena basta para definirlos).
Sin embargo, mientras los personajes de Carice Van Houten y Sebastian Koch estaban perfectamente retratados psicológicamente, en el caso de Lily James - sorprendente que esta chica luego haya encarnado a la neumática Pamela Anderson - y Jai Courtney, sus perfiles van evolucionando a lo largo del metraje. Porque, seamos sinceros, lo único que hacen al principio de la película es copular y mantener un juego sexual que podría haber terminado por resultar anodino a quien buscara una trama de espionaje.
Por fortuna allí estaba Christopher Plummer dando vida a Guillermo II, inmenso para dotar al antiguo emperador de toda su personalidad, al igual que Janet McTeer como su ambiciosa esposa, pese a que en su exilio represente la derrota de Alemania en la I Guerra Mundial y una marioneta a la que Hitler puede utilizar según le convenga para compararlo con la gloria que pretende recuperar con el III Reich.
Precisamente es la raramente tratada en el cine figura del Káiser la que convierte en interesante esta película que podría haberse quedado en un simple telefilm novelado.
Mi nota: 6,7