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España España · Shangri-La
Voto de Angie Banshee:
8
Romance. Drama Viena, 1900. Stefan Brand, un famoso pianista, recibe una carta de una mujer con la que mantuvo, en el pasado, una relación amorosa que ya no recuerda. Lisa es para él una desconocida, alguien que ha pasado por su vida sin dejar huella. Y, sin embargo, ella sigue apasionadamente enamorada de aquel joven músico que conoció cuando era todavía una adolescente. (FILMAFFINITY)
14 de febrero de 2013
23 de 25 usuarios han encontrado esta crítica útil
…sino un amor obsesivo, enfermizo y, sin embargo, puro, bello en toda su tragedia, intenso y tremendo como pocos.

Lo cierto es que cuando comencé a ver la película creí que su argumento permanecería incrustado e inmóvil en ese concepto de amor platónico, propio de la juventud, cuya intensidad suele ser inversamente proporcional a la edad y madurez del enamorado. No es que dicha idea me motivara demasiado, la verdad, pues una ya pasó por aquellas etapas pueriles en las que nada parece ser más hermoso que aquello que se desea y no se tiene, o que, como en este caso, se tiene sólo a ratos y de forma incompleta. Y es que, desde el prisma de la juventud más inocente, parece que el paraíso no es sino lo inalcanzable. Suerte que crecemos y descubrimos que la felicidad es mucho más tangible y terrenal que el espejismo de lo ideal.

Pero dejemos de filosofar y volvamos a la cinta. El caso es que me equivoqué, pues la película no se anquilosa, sino que progresa, tal vez no en la dirección de una esperada y sana madurez (por parte de ninguno de los dos personajes), pero sí en el sentido de que se van añadiendo hechos y detalles que van enriqueciendo la línea argumental. Y ahí entra lo físico, hecho clave para reafirmarme en que esto no es la historia de un amor platónico. De hecho, pienso que ésta es, en realidad, la historia de dos personas que, aunque crecieron, jamás maduraron. Una fue incapaz de dotar de realidad, de ponerle freno, en fin, de superar (para aprender) una idea efímera y fantasiosa de lo que es el amor, a costa, claro, de la felicidad propia (¡qué frustrante!). La otra, del mismo modo, pasó la vida persiguiendo estrellas fugaces, dejándose arrastrar por destellos perecederos, incapaz de reconocer la plenitud en aquello que permanece al alcance de la mano. Dos personas víctimas de su propio idealismo, a las que la vida se les escurrió entre unas manos que pretendían apresar el aire. Toda una epopeya de la insatisfacción.

En definitiva, la película es una obra bella (aunque llena de desasosiego), digna de ser visionada por todo aquél que se considere cinéfilo. Puede que no todos conecten por igual con el argumento pero, de cualquier forma, merece la pena ser cómplice, durante algo menos de hora y media, de unos jóvenes y guapísimos Joan Fontaine y Louis Jourdan.

Por cierto, hoy es 14 de febrero, así que ¡feliz San Valentín! Y que viva el amor, claro.
Angie Banshee
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