No hay nada que decir que no se haya dicho ya acerca de esta cinta.
Si fue Moulin Rouge la película que me hizo enamorarme del cine, esta me hizo enamorarme de la vida.
Si yo creía haber visto cintas conmovedoras, es porque no había visto esta película, la cual me hizo olvidar todo prejuicio o expectativa que pudo haber existitido en mí antes de ver esta cinta.
Ang Lee crea una obra en la que, sin exageramientos, se desnuda el alma humana, exponiéndo así sus necesidades afectivas; tanto de recibir amor, como de darlo,y esto se da gracias a la elección de no tomar este tema como método de crítica social, sino simplemente usarlo para crear una historia de amor tan grande como la vida misma. Obviamente, en el desarrollo de los personajes, sí existe un ambiente hostil ante este tipo de relaciones, pero este pasa a segundo plano ante la historia de amor, dándole más importancia a la relación, que a sus imposibilidades.
Heath Ledger brinda la mejor actuación de su carrera (que a lo mejor no es mucho mérito, dado su filmografía) y una de las mejores de la historia, la cual fue tristemente opacada por la también maravillosa interpretación Philip Seymour Hoffman, en Capote; pero es Heath Ledger quien en mi opinión merecía más atención, ya que mientras Hoffman logra transmitir una ola de emociones con la voz y el movimiento corporal, Ledger logra todo eso con tan sólo una mirada, la cual es capaz no sólo de transmitir tristeza, sino un profundo amor y arrepentimiento; dando vida, con esto, a uno de los personajes más memorables jamás hechos, uno de los más maravillosos y complejos, a la vez que uno de los más dramáticos. Jake Gyllenhaal no se queda atrás, aportándo toda la ternura a la historia de una forma tan natural y bella que es imposible no sentir empatía por la situación de los personajes y Michelle Williams logra una de las mejores escenas vistas en años, y da gala de su impresionante potencial, siendo capaz de poner lo pelos de punta en tan sólo unos pocos segundos. Y, finalmente, Anne Hathaway logra crear un personaje que, si bien está consumado por el rencor y la amargura, está perdidamente enamorada de un amor imposible (al igual que todos los demás personajes de esta cinta).
Como ya había demostrado en El Tigre y El Dragón, Lee es un genio visual, que, en esta ocasión, deja que su cámara hable por él y que la belleza de sus locaciones sean las que hablen por los personajes (bien dicen que una imágen dice más que mil palabras). Esto es posible gracias a la bellísima fotografía de Rodrigo Prieto, el cual maneja unos contrastes bastantes precisos entre lo que es la vida en las montañas para este amor, y la vida en la vida real.
Conmovedora, brillante, hermosa, profunda, romántica, y dramática, "Brokeback Mountain" es una verdadera obra maestra destinada a convertirse en un clásico de la cinematografía.