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España España · Málaga
Voto de Lukas:
8
Drama La Inglaterra rural de 1865. Katherine (Florence Pugh) vive angustiada por culpa de su matrimonio con un hombre amargado al que no quiere y que le dobla la edad, y de su fría y despiadada familia. Cuando se embarca en un apasionado idilio con un joven trabajador de la finca de su marido, en su interior se desata una fuerza tan poderosa que nada le impedirá intentar conseguir lo que desea. (FILMAFFINITY)
8 de diciembre de 2023
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Qué lejos estamos ya de los tiempos de la Merchant-Ivory Productions. Aquellas películas, producidas por Ismail Merchant, y dirigidas con suma sutileza por James Ivory, marcaron un antes y un después en el cine de época. Tanto que, hoy en día, cualquier cinéfilo de pro recuerda esas cintas, y asocia el cine de época con estas producciones tan cuidadas. El vínculo afectivo-profesional Ivory-Merchant duró hasta el fallecimiento del segundo en 2005, en efecto. Ahora Ivory lleva años retirado, no en vano tiene ya 95 años... Una habitación con vistas, Maurice, Regreso a Howards End, Lo que queda del día, son películas que cosecharon gran éxito de público y muchos premios, en distintos festivales y encuentros, como los Oscar... E. M. Forster era el autor adaptado, en tres de ellas; el otro es Kazuo Ishiguro, en The Remains of the Day. Estas obras hicieron que mucha gente se hiciera una idea cabal del "cine de época", hasta el punto de que se creó una especie de estándar, en el cine dramático ambientado en la Inglaterra del siglo XIX, la época victoriana y el comienzo del siglo XX. Es un cine esteticista, con grandes actores, pero que cansa, aburre incluso. Creo que en la tercera de las citadas, me quedé dormido en el cine, inevitable...

Ahora tenemos esta cinta, que es bien diferente. El autor teatral William Oldroyd decide adaptar la novela de Nikolai Leskov, Lady Macbeth del distrito de Mtsensk, que ya sirvió a Shostakóvich para componer su más famosa ópera. Y lleva la acción a la Inglaterra rural, en ese año de gracia de 1865. La película no tiene nada que ver con el drama de Shakespeare, como ya han advertido otros antes. No conocía la obra del ruso, pero me hago una idea, por los resúmenes que he leído. Como estamos en 2016 (año de la cinta), ya no valen aquellos mimbres, ni los de Ivoy tampoco. Es decir, que vivimos en tiempos feministas, de emponderamiento de la mujer, y el director y su equipo lo tienen bien en cuenta. No en vano la guionista es Alice Birch, una mujer. Así que cogen la vieja novela del ruso, en donde la protagonista al parecer acaba mal, en Siberia, y le dan varias vueltas de tuerca, ¡todas las que hagan falta!, para hacer el personaje principal más atractivo. Y eso está muy bien. ¿Quién dice que los dramas de época tienen que ser fieles a la novela de turno? ¿quién piensa que todo ha de estar en su sitio, y que todo ha de cambiar, para que todo siga lo mismo? Ya el más malo de todos, el iconoclasta Derek Jarman, rebatió todo eso, en sus películas profundamente anacrónicas, esteticistas y rabiosamente queer. Ahora Oldroyd enseña un poco la lengua, y nos dice: ¿veis a esta señorita, vestida de azul, tan modosita? ¡no os imagináis lo que puede hacer, la chavala!

Y la chavala la lía, pero bien. Eso pasa por tanto corsé y tanto constreñimiento y tanta orden. Del marido y del suegro y de su puta madre. La paciencia tiene un límite, nos decían algunos profesores, en la lejana infancia, allí en el apestoso colegio. Un viejo caserón, en la campiña inglesa, puede convertirse en la mayor de las cárceles. Desde el principio vemos a Katherine Lester (Florence Pugh, maravillosa, llevando todo el peso de la historia) devastada por semejante ambiente opresivo. La excelente, maravillosa, genial fotografía de Ari Wegner, nos muestra, en la mejor tradición de los fotógrafos de cine arty, esos interiores escuálidos, fríos, sin alma. Cada plano, cada secuencia, está rodado con mimo, y no hay nada que sobre. Poco a poco avanza la historia, de forma lenta pero inevitable, hacia el desastre. Cuando la cosa está tan podrida, por algún lado tiene que reventar. Katharine aprovecha la ausencia del amo para hacer de las suyas. La película es doblemente subversiva, como otras críticas han señalado, ya que presenta una doble opresión. Por un lado, la de la mujer, que es un mero objeto, algo decorativo, al servicio del hombre-amo. Si no le da hijos, no sirve para nada. Por el otro, los mozos de cuadra, los criados, que eran poco menos que animales, y así eran tratados, al más mínimo descuido o error. En los personajes de Anna (excelente también Naomi Ackie) y Sebastian (Cosmo Jarvis) se puede ver esta silenciosa revolución que estaba en marcha. ¿O pretendían los amos del cotarro que su juego iba a durar siempre? Todo se acaba en esta vida, un día u otro. Mucho se aguanta uno, hasta que un día se acaba la paciencia, y ya no se puede más. No es que Katharine sea una psicópata, no. Es que ya la tienen hasta el último pelo, venga cepillado y venga vigilancia. Y la muchacha, que es joven y rolliza, quiere un poco de juerga, quiere movimiento, quiere acción. Esas secuencias, ella paseando por el páramo, con esos colores tan únicos, son de una belleza fría realmente emocionante. No se ha visto esto antes en una pantalla, que yo sepa...

Habrá sangre, desde luego. No culpemos a la mujer, ella no tenía otra que reventar, estaba hasta el moño, nunca mejor dicho. Lo bueno de esta cinta es que, a pesar de todas las situaciones extremas que aparecen, y que poco a poco se convierten en una montaña rusa de emociones y locura, todo es perfectamente real, creíble. Es un drama de época, sí, pero puesto al día. Por primera vez, en una pantalla, vemos los rostros verdaderos, adustos, secos, miserables, feos, del siglo XIX inglés. Ese Boris (el suegro); ese Alexander Lester, el marido; ese Doctor Bourdon; ese Padre Peter..., todos los personajes tienen el rostro que merecen, según su carácter y su forma de vivir. "Repite conmigo: «Hasta los 30 años, uno tiene el rostro que Dios le ha dado. Después de eso, uno tiene el rostro que se merece»." (de la sinopsis de El rostro que mereces, Miguel Gomes, 2004).
Lukas
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