En primer lugar quiero dejar claro que hay dos temas muy distintos. El primero es la ausencia de escrúpulos de un realizador que no otorga un atisbo de humanidad a cualquier ser humano que no piense como él, en este caso que sea sacerdote o "buen español" como dicen en la película. Pues bien, aunque Cuerda lo ignore hay españoles y sacerdotes que son buenas personas (e incluso sacerdotes españoles que los son!!!!).
Dicho esto, la película tiene sus virtudes, la música es preciosa, desde luego, y los actores, por momentos (hay una gran irregularidad en Verdú y Arévalo), parecen realmente buenos y otras no tanto. Cámara está genial en la poesía y hay alguna otra nota acertada. Por ello le doy una nota buena a la peli, pero creo, honestamente, que este cebarse con los pobres sacerdotes (el otro día al de mi parroquia le robaron las tijeras de cortar el pelo a las ancianas) y ese odio tan profundo a España (los republicanos también eran españoles) da tanta pena y asco como nuestra antigua dictadura. Como decía Antonio Machado al escritor ruso Vigodsky: "De todos modos, mi querido Vigodsky, me tiene usted del lado de la España joven y sana, de todo corazón al lado del pueblo, de todo corazón también enfrente de esas fuerzas negras –¡y tan negras!– a que usted alude en su carta".