Billy Wilder adereza la pelicula con su gusto por el ritmo narrativo poco despreocupado, creando un trabajo de cámara imaginativo y un ingenioso drama judicial con tintes de humor negro. Se basa en una ingeniosa trama que nos narra la historia de Leonard Vole (Tyrone Power), un hombre joven y atractivo, es acusado del asesinato de la señora French, una rica anciana con quien mantenía una relación de carácter amistoso. El presunto móvil del crimen era la posibilidad de heredar los bienes de la difunta. A pesar de que las pruebas en su contra son demoledoras, Sir Wilfrid Roberts (Charles Laughton), un prestigioso abogado criminalista londinense, se hace cargo de su defensa.

Al igual que muchas de las grandes comedias de Wilder, Testigo de cargo es una película que rebosa talento, una obra que el conjunto formado por los actores secundarios le dan tanto placer como los actores estelares. Charles Laughton está ciertamente magnífico como el abogado enfermo Sir Wilfrid, cuya constante incesable discusión con su enfermera Srta. Plimsoll (interpretada por la esposa en la vida real de Laughton, Elsa Lanchester) es uno de los principales placeres de la película. Igualmente divertida es Una O'Connor como el ama de llaves escocesa.

¿Y quién mejor para interpretar a la ambigua villana la Sra. Vole? que la polifacética Marlene Dietrich ,que incluso llega a realizar un acto de cabaret que recuerda a su aparición en la clásica película alemana El ángel azul (1930). En una nota más sombría, Tyrone Power aparece en su papel de la película acreditado el final. Aunque un tanto eclipsado por Laughton y Dietrich, Power vuelve en una actuación respetable, tan convincente en el giro final de la película que se presenta como una auténtica sorpresa, siendo esta una salida respetable para un buen actor.