La ley del silencio es un poderoso cuento moral que arroja una mirada crítica sobre las prácticas laborales de corrupción que existían en los muelles de Nueva York en la década de 1940.

La combinación de los elementos de una película de gangsters convencional con un enfoque de estilo documental, le otorga a la trama grandes dosis de realismo social. La película evoca un mundo siniestro y sombrío en el que los trabajadores portuarios comunes son brutalmente oprimidos y maltratados por los sindicatos corruptos controlados por mafiosos sin escrúpulos, transmitiendo una sensación real de la dureza de la vida en los muelles. El director de fotografía Boris Kaufman acentúa más este aspecto enmarcando este desalentador y espectacular paisaje urbano para transmitir un sentido agudamente visceral de la miseria, la amenaza y la desesperanza.

Como héroe improbable de la película, Terry Malloy, el joven Marlon Brando aporta tanto la autenticidad llamativa y una presencia inquietantemente lírica. Malloy es un contundente y moralmente ambiguo matón, pero también alguien que puede enganchar fácilmente con el espectador, gracias en gran parte al cambio radical que da su personaje. Brando muestra la transformación interior de su personaje de una manera totalmente creíble, gracias a la intensidad de su actuación, y por que no decirlo, para mi una de sus mejores actuaciones que da a La ley del silencio su condición de clásico y la convierte en una pieza tan convincente de cine.