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España España · A Coruña
Voto de Carli:
8
Drama "El País de los sueños", un burdel situado en un barrio de Tokio, atraviesa una difícil situación, ya que el Parlamento está a punto de aprobar una ley que prohíbe la prostitución. Retrato de la vida cotidiana de diversas prostitutas: aquellas a las que las circunstancias obligaron a comerciar con su cuerpo, pero también aquellas otras que intentan abandonar ese medio de vida. (FILMAFFINITY)
17 de abril de 2018
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Notable película de Kenji Mizoguchi en la que realiza un retrato fantástico del mundo de la prostitución, mostrando una preocupación evidente por la condición de la mujer en la sociedad japonesa de la época, siendo humillada y consideraba como un objeto. Casi todas las obras niponas posteriores a la Segunda Guerra Mundial comparten esa visión de pesimismo, con unas heridas que todavía estaban demasiado recientes.

"El país de los sueños" es un burdel situado en un barrio de Tokio. El establecimiento atraviesa un periodo difícil ya que el gobierno está deliberando la prohibición de la prostitución. El director japonés retrata así la vida de las cinco prostitutas del lupanar, adentrándose poco a poco en la personalidad de cada una. Son un grupo heterogéneo de mujeres: jóvenes y maduras, casadas o solteras, con hijos y novios, pero todas tienen una cosa en común, y es que tienen que vender su cuerpo para poder sobrevivir.

Tenemos a Hanae, cuyo marido está enfermo de tuberculosis y a su hijo recién nacido, teniendo que pagar el medicamento del primero y alimentar al niño. La puta madura, Yumeko, que ejerce la prostitución para que su hijo tenga un futuro, sintiéndose él avergonzado por los rumores que surgen sobre su madre. Mickey y Yasumi cierran el colectivo, a la que se añade después una joven novata, que perderá su virginidad en la primera noche de trabajo. Yasumi es sin lugar a dudas el personaje central del filme. La joven es mentirosa y no tiene escrúpulos de ningún tipo para engañar a sus clientes y así robarles el dinero para tener unos ahorros y poder escapar de esa dura vida. Quizás la única triunfadora del filme.

El cineasta japonés no necesita de desnudos ni de escenas sugerentes para conseguir su resultado, que no es otro que mostrar un mundo de escasa reputación tal como es, sin artificios de ningún tipo, con una honestidad y crudeza brutal. El genial uso del plano-secuencia vuelve a ser su sello de autor, con una precisión fílmico-narrativa a la que pocos directores han conseguido llegar a lo largo de la historia. Su austera puesta en escena, que no exenta de calidad, ayuda a captar mejor la realidad de estas mujeres, sintiéndonos partícipes en todo momento de su triste día a día. Las escenas suelen tener lugar en espacios cerrados, siendo una metáfora del gris futuro que les espera a estas damas. Toda la obra de Mizoguchi está cargada de un aire de misticismo que ayuda a crear una atmósfera inquietante, con un espíritu romántico y lírico en muchas ocasiones.

Con total merecimiento uno de los clásicos del cine japonés.
Carli
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