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España España · Madrid
Voto de McTeague:
10
Romance. Drama. Ciencia ficción Un escritor que creía escribir sobre el futuro, en realidad estaba escribiendo sobre el pasado. En su novela, un misterioso tren salía de cuando en cuando con dirección al año 2046. Todos los que subían a él lo hacían con el mismo propósito: recobrar los recuerdos perdidos. Se decía que en 2046 nada cambiaba. Nadie sabía a ciencia cierta si eso era verdad, porque ninguno de los que viajaron regresó jamás. Con una excepción. Él estuvo ... [+]
5 de mayo de 2011
11 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
En “Deseando amar”, Tony Leung susurra un secreto a un agujero en una pared, y luego tapa el agujero con barro.

“2046” se abre y se cierra con ese pequeño agujero convertido en un agujero enorme, que está permanentemente abierto, y que solo da a un vacío inmenso. Se ha convertido en una herida cósmica, incurable, eterna, en la que la cámara, al final, se sumerge, metiéndose en una negrura para la que no hay luz posible.

Así nos deja el amor cuando se frustra, y así nos quedamos ante cualquier sueño no cumplido, como robots sin alma, murmurando eternamente ante la nada un nombre del que no podemos olvidarnos. O como el personaje de Tony Leung, buscando sin encontrar a Maggie Cheung en cada mujer; o como cada una de esas mujeres, chocándose contra su muro de indiferencia y creándose una nueva herida para sí mismas, herida que acabará convirtiéndose en otro agujero cósmico ante el que la pobre Zhang Ziyi susurrará eternamente el nombre de ese Sr. Chang que no supo verla como nada más que una putilla con cierta gracia. La historia del mundo, de aquí al año 2046 y más allá, es la historia de mil romances frustrados encadenados unos con otros, un “bad timing” eterno en que casi todos encontramos cosas o demasiado pronto o demasiado tarde, un agujero negro que lo absorbe todo.

Para los que acusaban a “Deseando amar” de ser demasiado perfecta, distante y fría, aquí está su reverso desgarrado y desgarrador, un bolero apasionadísimo (y relamido, como todo buen bolero) en el que cada pequeña historia de desamor que vive Tony Leung es una nueva estrofa triste, con un estribillo disfrazado de futurismo donde se nos recuerda que todas estas estrofas tienen un denominador común, aquí y dentro de 50 años.

Es su carácter casi inacabado, abigarrado, excesivo, como de querer meter muchas cosas, desde nostalgia por el pasado hasta ciencia ficción futurista, lo que hace a 2046 una película genial, viva y palpitante, que es mucho mejor que ser una película perfecta. Wong Kar Wai presentó un montaje a Cannes y luego lo cambió para exhibición en salas, pero uno tiene la sensación de que con cualquier montaje (y esta película, como casi todas las de Wong, devuelve al montaje su condición de piedra angular del lenguaje cinematográfico) la canción habría sido la misma, y el daño que nos hace la herida abierta con que la película empieza y acaba sería igual de intenso. No ha habido en lo que va de nuevo siglo una película más dolorosa.
McTeague
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