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España España · Toledo
Voto de Orion:
10
Ciencia ficción. Drama. Aventuras Al ver que la vida en la Tierra está llegando a su fin, un grupo de exploradores dirigidos por el piloto Cooper (McConaughey) y la científica Amelia (Hathaway) emprende una misión que puede ser la más importante de la historia de la humanidad: viajar más allá de nuestra galaxia para descubrir algún planeta en otra que pueda garantizar el futuro de la raza humana. (FILMAFFINITY)
24 de abril de 2016
18 de 20 usuarios han encontrado esta crítica útil
Procuraré ser breve. Todos los que estamos aquí, en esta página, lo estamos porque amamos el cine. Entramos, discutimos sobre las películas que nos gustan (y las que no), las criticamos, las juzgamos, las ponemos notas. Sin embargo, hay ciertas películas que no podemos juzgar ni criticar. Esto imagino que nos pasa a todos. Ciertas películas que traspasan todas nuestras barreras internas y se convierten en vivencias, recuerdos, sentimientos concretos. Una vez que una película ha alcanzado ese punto para nosotros, es estúpido intentar juzgarla. Perderse en sus aspectos técnicos (la dirección, el hacer de los actores, el guión). De la misma forma que no puedes juzgar un recuerdo de tu infancia, o una melodía que en cuanto la escuchas te hace evocar un momento pasado. ¿Recuerdan la canción que sonaba de fondo en aquél momento en que eran unos adolescentes de no más de catorce o quince años, y besaban a una chica por primera vez? ¿Tendría algún sentido pensar si aquella era una buena canción, o una mala? Qué va. Ya no se trata de eso.

Estas películas que, como digo, no podemos juzgar, suelen ser películas que te apasionan de pequeño, que te fascinan, que te cautivan en esa edad en la que eres más impresionable. El hecho de poner una nota o entrar a criticar los aspectos técnicos o formales de películas como Jurassic Park o La Amenaza Fantasma me repugnan, es una idea que ni puedo concebir. Porque para mí, éstas dos ya no son películas como tal, no son un producto que veo y que puedo evaluar y juzgar, sino que son ya vivencias, sentimientos del pasado, de un tiempo concreto.

A medida que vas creciendo y haciéndote mayor, cada vez tienes menos películas de este tipo. Pierdes la inocencia, las cosas no te cautivan tan fácilmente, y los recuerdos se suceden a mucha más velocidad. Al ser un amante del cine, consumes cine como quien come diariamente. Ir al cine no es algo especial como cuando eras pequeño, sino que es una constante, y se pierde (en parte) la magia. Sin embargo, muy de vez en cuando, una vez cada, qué se yo, ¿cinco, diez años? Sucede algo como esto. Ves una película que te cautiva, instantáneamente, sabes que es especial. Te hace nacer un sentimiento en el interior. Y lo alimentas. La ves mil veces, empieza a ser parte de ti, como sucedía cuando eras pequeño.

No puedo pensar en Interstellar sin pensar en mi padre. Quizá por eso esta película es tan importante para mí. Creo que pocas películas me han ligado tanto a una persona como Interstellar me ha ligado a mi padre. Horas y horas y días enteros hablando de ella, compartiéndola. Un nexo a una pasión común: el espacio, la negra inmensidad, las estrellas, lo desconocido. Es ver la nave surcar el espacio y escuchar la maravillosa partitura de Hans Zimmer y venir a mi cabeza recuerdos de otros tiempos, de estar en la casa de mi pueblo de niño con todo oscuridad a nuestro alrededor (cosa que jamás podría hacerse en la ciudad), observando las estrellas con el telescopio, y mi padre enseñándome las constelaciones, y ambos teorizando sobre lo que podría haber allá en otras estrellas, con un frío de muerte. Tres veces fuimos a verla al cine, dos veces con doblaje y una en VO. Momentos de esos, pocos en la vida, que sabes según los estás viviendo que los vas a atesorar para el futuro, que no habrá muchos más así.

Sé que nunca voy a llegar a ser un gran crítico de cine. Tampoco creo que sea mi misión en esta vida. Leo las críticas de usuarios como Tomine o Servadac, con una mezcla de fascinación y envidia sana, y sé que nunca seré capaz de expresar lo que ellos expresar ni de ver lo que ellos ven en una pantalla. Incluso cuando no entiendo del todo lo que estoy leyendo, intuyo lo que hay por detrás, y me fascina, me apasiona. Leo sobre la fuerza del cine en su concepto más básico, imagen y sonido. Imagen y sonido. Aunque no lo entiendo del todo, en el fondo creo que es eso. Porque, cuando me pongo a ver Interstellar, con las luces apagadas, y veo la nave surcando el espacio, y empiezan a sonar esas (insisto) maravillosas notas de música, algo se enciende dentro mí, y pienso en mi padre y en aquellos días, en la inmensidad de lo que nos rodea y en lo diminutos que somos en nuestra pequeña bola azul, en qué le deparará el futuro a la humanidad, si conseguiremos surcar la oscuridad infinita y conquistar otros mundos.

¿Simplicidad argumental? ¿explicaciones entre científicos de la NASA que parecen hechas para el público directamente? ¿alguna que otra trampa en el guión? Puede ser, pero qué mas da. Interstellar ya no es para mí un objeto que pueda examinar y juzgar fríamente, ha traspasado la barrera: se ha convertido en un sentimiento. Yo ya no puedo juzgar esta película.
Orion
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