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Voto de Palmer:
9
Terror. Intriga Una puritana institutriz es contratada para hacerse cargo de la educación de dos niños huérfanos que viven en una apartada mansión rural. Pronto empieza a sospechar que los antiguos criados, muertos hace tiempo, ejercen todavía una perniciosa influencia en la vida de los niños. Basada en la novela de Henry James "Otra vuelta de tuerca". (FILMAFFINITY)
17 de diciembre de 2009
15 de 18 usuarios han encontrado esta crítica útil
Miss Giddens decide asumir el cargo de institutriz. A pesar de haber dudado en un primer momento, cae ante el poder de persuasión del tío lejano de los huérfanos, tío adinerado y de vida agitada que necesita darle a los niños alguien que los quiera y alguien a quien ellos quieran. Es la primera situación en la que la personalidad de Giddens se ve avasallada por la candidez de quien logra ejercer tal fuerza a pesar de presentarse como persona fría y vacía, ajena a preocupación alguna por los niños. Sin embargo, ella se esfuerza por rebuscar alguna cualidad en razón de su profunda fe religiosa, la cual le es atribuible por la formación de su padre, cuando dice «mi casa era pequeña y no podíamos guardar secretos; debíamos estar en silencio pues mi padre trabajaba en sus sermones». Es de esa formación religiosa, devenida en cualidad, de lo que se aferran los niños para resguardar un secreto que susurran al caminar. Los niños buenos no guardan secretos por lo tanto hay que parecerlo.
En la mansión de Bly, la institutriz va armando un macabro rompecabezas al conseguir información referida a la muerte de los antiguos custodios, Quint y Jessel; en la manera en que éstos mantenían relaciones sexuales en los diversos cuartos sin importarles la presencia de los infantes, o la afinidad enfermiza de los niños por encontrar la figura paterna en ambos criados. Es así como se nutre la relación deformándose en aturdida amistad entre Flora, la niña y la señorita Jessel, y en influencia desbordada entre Miles, el niño y Quint, siendo muy parecido a lo que ejerció Demian sobre Emil Sinclair (resaltando la diferencia, claro).
Frente a esta situación es que Miss Giddens se aferra aún más a su fe encontrando en ella la posible solución a lo que cree sucederá: el amor entre los amantes fallecidos se hará posible nuevamente sólo encarnando en los niños. Es entonces cuando comienza a perseguirlos con la idea de que ellos ven “algo”, que hablan con “alguien”, pues así lo insinúa la institutriz persistiendo en la extraña presencia. Los niños solo lo niegan.
«Di su nombre y te salvarás», dice Giddens cuando se queda a solas con el niño en la mansión. Pretende exorcizar su cuerpo por el error de pronunciar frases que sólo se le permitirían a un adulto o por el comportamiento agresivo que presenta, sin asumir que la fuerte presencia de una persona que ha muerto y nos ha dejado palabras en los labios no es en sí la encarnación de la misma en nosotros, si no que el aprendizaje hace que repitamos hasta las posibles malas influencias.
(continua)
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Palmer
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