'First Man' funciona a la perfección en la parte que tiene que ver con la carrera espacial a riesgo, incluso, de no enterarnos de nada entre tanto tecnicismo, tembleque y el atronador sonido de los vehículos espaciales. La cinta se resiente, sin embargo, en su tramo dramático, el familiar, bastante convencional, repleto de lugares comunes y acoplado, parece y pese a tratarse de la NASA, con mera cinta adhesiva.

Damien Chazelle, que vuelve poner sobre la mesa el dilema entre lo cómodo, la mediocridad, y la ambición –y a qué precio–, apuesta (casi) todo a los últimos 30-35 minutos, cuando la pantalla rebosa de una epicidad –que no emotividad, ojo– que, no obstante, hemos echado de menos durante el resto del metraje, salpicado de primeros planos claustrofóbicos, cámara en mano, un recurso, creo, abusivo. Las emociones aquí son mínimas y el camino hasta la Luna es largo y, a veces, aburrido.

El Apolo particular del director, su misión, resulta, al final, un recorrido algo irregular, acompañado, eso sí, de una banda sonora deliciosa, una fotografía apabullante y una Claire Foy que, además de luchar por mantener unida a su familia, tiene que lidiar con las ataduras de un personaje poco elaborado. Chazelle, como Neil Armstrong, consigue aterrizar y poner el pie en nuestro satélite con el combustible justo.