In media res, un universo casi sin planteamiento, y fuertemente influenciado por unos acontecimientos que se nos ocultan, casi dándolos por hechos; un grupo de supervivientes, se enfrentan a unos enemigos altamente superiores a estos mismos, algo de por sí, nuevo en la saga, y es que la supremacía de los mutantes nunca se había puesto entredicho.

Tal amenaza solo puede ser combatida antes de que la misma nazca, y como si de un Terminator se tratase, la consciencia del mismo es enviada al pasado para arreglar el no tan afortunado presente.

Una vez más, el conflicto el de siempre, y por desgracia, planteado a raíz del mismo cimiento; Magneto sobre-escalando las amenazas y encontrando soluciones radicales a problemas más sencillos. Y es que para esta saga absolutamente todos los problemas emanan no tanto del temor derivado de la aparición de una nueva especie, como de Magneto; personificando su “maldad incondicional” en contraposición al alma esperanzadora de Charles.

Si bien, establecer un evento como punto de inflexión que revierta todo lo ocurrido derivado del miedo hacia los mutantes, genera en el espectador una sensación de que todo lo vivido ha sido un sueño, y que en lo venidero, nada de esto jugará el más mínimo papel, puesto, a razón de construcción temporal, nunca ha existido.

Paradójicamente, esta es sin duda la entrega que más evoca a acontecimientos futuros y pasados en la saga; me gusta.