He visto la película del contable unas 4 veces, y no porque me guste, pero porque es tan simplona que me induce sueño, y desde un punto de vista clínico me suplanta la escasa melatonina que circula por mis venas.
Sabiendo y partiendo de esta idea, me gustaría discutir un elemento en lo referente a la creación de personajes que en esta película para mí se hace muy patente, y se trata de lo que he decidido llamar “la congruencia estructural”.

Entiendo que los personajes en las películas, pretenden plasmar o representar individuos completos delante de las cámaras, lo cual significa que si bien nunca los vemos cagar, todos cagan.

Y puesto que siguen unas reglas “sociológicas” esperamos que, dentro de la ficción, estos también sean congruentes con sus atributos, de la misma forma entendemos que un niño tramado por la visión de la sangre, no va a optar por volverse cirujano salvo que su arco lo impulse a eso mismo a modo de superación, asi pues, como espectador te cuesta entender o relacionar que un gánster de Los Angeles pueda ser catedrático en filología portuguesa, o un amante de la opera rusa. Esto no significa que bajo una buena justificación esto no sea posible, pero es sin lugar a duda un atributo que no encaja en un perfil psicológico.

Cuando haces ese tipo de concesiones, esperas que estas sean lo menos frecuentes y polares posibles, así pues, el gamberro puede que sienta fascinación por la música, y por extensión por la opera rusa, pero si además, resulta que es un experto en ingeniería aeronáutica, uf, ya es más complicado de tragar.

En este caso tenemos a un joven autista, que si bien es cierto que muestra patrones conductuales, nos cuesta relacionar como espectador con un musculoso francotirador de 1,90 especializado en armas de precisión y en combate cuerpo a cuerpo, además de gozar de una cultivada mente artística, tanto en las artes plásticas como en las musicales, con dotes para la contabilidad y matemática avanzada, con prontos violentos y seductor pasivo a tiempo parcial.