No se equivoquen, esta película no es tan sangrante como pretende, oscila (con éxito) entre lo liviano y el escozor, y para que esto funcione, elabora una mezcla a partes iguales entre la infantilidad propia del personaje y la recreación de situaciones, que si bien pueden plantearse como "transgresoras" son edulcoradas por el tipo de humor que se saca de ellas.

Como comedia funciona, y el trasfondo pseudopolítico, aunque se narra de una forma muy burda y explicita, casi hablando con el espectador, logra su cometido.
Los pequeños detalles que ensalzan esta película se notan muy cuidados, ya sean las canciones versionadas como banda sonora, o la forma de implementar elementos contemporáneos implementados de una forma exquisita.

Los diálogos están trabajados con mimo, y todo personaje que se nos plantea tiene algo que puede arrancarte una sonrisa.

Una de sus mejores virtudes es la capacidad de arrasar con todo colectivo que nos personifica en un integrante del elenco, a ser:
El torturador estadounidense que en un alarde de ignorancia y xenofobia desprecia y considera a todo no-Estadounidense un Árabe.
La chica que en un alarde de "perfectismo moral" se fuerza a encajar en unos estándares tolerantes
El poderoso dirigente chino, que harto de dinero, encuentra la satisfacción en denigrar a famosos por dinero

Saber meterse con todos, sin que eso parezca un reajuste de la balanza moral es alarde de muy buen gusto.