Tenía esperanzas puesta en ella, pero si soy sincero, me he llevado un chasco con ella.

Bajo la perspectiva de que se trataba de unos hechos reales acontecidos en un barrio marginal de negros en los Ángeles por los ochenta, se presentaba una película a priori interesante y reveladora, pero después de haberla visto, la visión lírica de su director, sobre los hechos propios y los que rodean a los protagonistas, tan minimizados dan sensación de ser un Berbely Hills para sufridores.

La violencia, aunque queda plasmada en la pantalla, solo roza la superficie de la violencia que hubo en aquel entonces, más virulenta y dañina, y aunque está bien el uso del helicóptero “cojonudo”, que molesta en secuencias importantes, el uso excesivo lleva a aburrir en demasía.

Los personajes, quedan bien definidos, cada uno con su personalidad, y sus deseos, pero por desgracia la caracterización de los mismos, no atraen ya que no parecen reales, y es que no transmiten sensación de miedo o congoja, sino parecen esos sufridores de Berbely Hills disfrutando de su hora de descanso.

Las actuaciones, quitando la de Ice Cube, perfecta, sin nada que criticar en contra, la de los demás, los de los jóvenes, son poco creíbles, se notaban que no son chicos del barrio, sino del barrio de Berbely Hills para sufridores, y es que adaptarse a un papel que ni siquiera has rozado, baja la credibilidad del mismo.

En resumen, película del montón, aunque muchos quieran ver algo diferente, y es que para gusto están los colores, pero el que es ciego, de todas formas seguirá viendo solo el negro.