Seis horas, mortíferas, soporíferas, divididas en dos capítulos en formato mini serie, para mostrar la evolución intermitente e inconstante de una familia italiana, los Carati, normal, aunque adinerada y bien situada, formada por unos padres tediosos que se odian pero se aman y cuatro hijos, parecidos, cargados de sentimentalismos y corrección, desde los años setenta hasta a nuestros días, y todo ello con el siempre ritmo evolutivo lineal, a la par de una narcisista e insegura Italia en decadencia política y social, con momentos cómicos y dramáticos, pero sin nada especial, atractivo o encanto, ya qué incluso en cualquier país del mundo, esta familia no deja de ser la “tribu de los Brady”, con problemas, pero como todas las familias del mundo, e incluso aventuro, a que son insignificantes con respectos a otras familias, del mundo real.

Sobrevalorada para mi gusto, ya que 6 horas dan para mucho y mejor, y aquí la profundidad de muchos de los personajes se quedan en el aire, y a excepción de los principales que consiguen evolucionar de forma burda, el resto se estancan en sus papeles originarios, siendo lineales y hasta cargantes, ejemplo claro los dos amigos de Nicola.

No puedo decir que ver o no ver, aunque esta os la aconsejaría, sólo por el simple hecho de darme o quitarme la razón, pero sobre todo, para que veáis que seis horas son muchas horas para lo que transmite.