Nos encontramos ante una auténtica obra maestra a nivel artístico. Cada plano que vemos, sobre todo en la segunda parte de la película, nos da la sensación de estar observando un cuadro. El cuidado que muestran por la composición de cada imagen es realmente impresionante. Yo no soy ningún experto pintura, pero se hace muy evidente durante la película como pretenden conseguir imitar el estilo del siglo XVIII y como lo consiguen.

No solo de la imagen vive esta película, la banda sonora tiene muchísimo peso a lo largo de toda la cinta, como suele ser habitual con Kubrick. La selección de la banda sonora es muy acertada y se emplea de una forma espectacular. Como he dicho antes, está muy presente durante toda la película. No hablamos de una banda sonora que esté ahí para ambientar. Cuando está se nota y cuando no esta se nota casi más. Muy llamativo como corta la banda sonora en varias ocasiones con el cambio de escena.

Solo por como compacta Kubrick el apartado musical y visual merece la pena lanzarse a ver esta película. Los actores están bien y el tan criticado Ryan O´Neal hace un papel que le viene como anillo al dedo. La historia es sencilla, aunque no es tanto que nos cuentan sino como nos lo cuentan. La narrativa hace que la película sea bastante ligera, a pesar de su excesiva duración.

Sí, la película es muy larga, dura 3 horas. Aún así no se hace pesada. Barry Lyndon está separada en dos partes claramente diferenciadas. A quien le de mucha pereza o no disponga de tiempo para ver una película de tres horas la puede ver en dos días.

La primera parte tiene una duración de 1 hora 40 minutos. Esta parte se podría definir como "La odisea de Redmond Barry". Durante este primer tramo nos encontramos casi con una película de aventuras, con bastantes toques de humor. Aquí la cinta avanza rápidamente pasando de una situación a otra y conociendo a los diferentes personajes que protagonizaran la segunda parte.

La segunda parte tiene una duración de 1 hora 20 minutos. A esta parte ya sí la podríamos llamar "Barry Lyndon". Aquí ya nos encontramos con una situación y un escenario establecido y con todos los personajes presentados. Aquí el tono de humor casi se diluye dando lugar a un tono más serio. Como decía antes, aunque el apartado artístico mantiene un nivel altísimo durante toda la película, en esta segunda parte se ve sin ninguna necesidad de saber de pintura, la intención de hacer que cada plano sea una autentica obra de arte. En algunas escenas, los figurantes permanecen inmóviles en segundo plano dando una sensación de cuadro absoluto.

Si te gusta el cine, ver las películas de Stanley Kubrick debería ser casi una obligación. Estamos ante una gran película para el mundo del cine, pero una más para la filmografía de Kubrick. Un verdadero genio.