Película muy medida y dividida en 7 partes, los siete días de la semana como una metáfora del Génesis y en la repetición de momentos de la vida de una pareja, Laura y Paterson, habitantes de la ciudad de Paterson en Nueva Jersey.
Paterson trabaja de conductor de la línea urbana de la ciudad. Aficionado a la poesía a la que dedica parte de su tiempo mental y sus pensamientos que intentan ordenar con palabras lo que le rodea. Escribe antes de arrancar el Bus, en los tiempos del bocadillo/tartera antes de reiniciar la jornada, en su vuelta a casa, en el cuarto oscuro del sótano,… pero ¿de qué se nutre su poesía? Esta es la pregunta a la que el director de la película nos intenta dar una respuesta: de las cosas que forman parte de la vida de Paterson: su admiración por los poemas del poeta Willians Carlos Willians, nacido en la misma ciudad que él, las conversaciones de los pasajeros del bus que se van incorporando en la rutina de su trabajo, siempre con oído fino y permeable en una especie de ósmosis vicaria del lenguaje de la vida, de las pequeñas cosas de las que está rodeado, de lo que ve y se impregnan sus sentidos, de la luz y el tiempo del día a día, del orden de las cosas que le rodean y del orden en que ordena el tiempo y su rutina…
El personaje Paterson es un chico joven, treintañero, antiguo marine condecorado (eso no lo dice pero el director lo muestra en una de las fotos en la casa de él donde convive con su pareja Laura), y poco más sabemos de él, más allá de lo que nos presenta el director: su trabajo como conductor, sus despertares, siempre sin el despertador y mirando la esfera del reloj de muñeca en la franja del tiempo de las 6,15 y 6,30 horas, las caricias del despertar a su pareja, con cariño, cómplices. No sabemos nada de su pasado, ni de su familia, solo el presenta que se despliega de forma rutinaria y metódica día a día.
¿Y cómo es la vida de Paterson?: Levantarse, mirar, ordenar en su cabeza las palabras que van conformando el poema que tiene en la cabeza y que siempre titula como "otro más" y a veces con un título. Algunos Poemas de Amor dedicado a Laura pero basado siempre en las pequeñas cosas que le rodean, otros en sensaciones que destilan y filtran sus sentidos.
La creación tiene un componente de ritual y requiere mucha constancia y mucho método. Y la creación poética se nutre de palabras que se ordenan en un poema. La vida como como un poema, cerrada, empieza y se acaba, el día a día como un poema que se abre y se cierra, en el espacio y en el tiempo. Esto es lo que pretende trasmitir el director y lo logra con naturalidad, con una cercanía y maestría y sencillez notables.
Los otros personajes: su compañero de trabajo que le da “el parte" de los problemas que le aquejan en el día a día de índole personal y familiar, Laura, el perro (de Laura, un buldog inglés al que pasea rutinariamente todos los días al llegar del trabajo, pero hacia el que no muestra mucho afecto no prodiga en caricias), el camarero/encargado del pub al que acude todos los días a tomarse una cerveza y poco más: algunos de sus conocidos del Bar: Los Romeos y Julietas que discuten, las conversaciones sobre música y músicos con el encargado del bar, de los mitos de la ciudad, los jugadores de beísbol,…De tan poco se nutre la vida y de esos ingredientes quién tiene el deseo de escribir “palabras en el aire” y trasladarlas a un poema ...eso es la poesía.
Laura, su pareja es una chica en busca de plasmar sus deseos creativos, errantes pero con necesidad de concretarlos en la pintura, en el diseño de vestidos, en la decoración, en la pastelería creativa. Seguirá buscando hasta que encuentre algo que concrete sus sueños.
Y una metáfora final: a pesar de los avatares de su escritura y sus poemas, el poeta no renuncia a escribir en libretas nuevas en blanco sus momentos de la vida.