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Voto de Kyrios:
6
Animación. Fantástico. Comedia. Terror. Musical. Infantil Adaptación del conocido cuento de Washington Irving. Icabod Crane llega a la pequeña localidad de Sleepy Hollow, donde, según la leyenda, habita un fantasma sin cabeza... (FILMAFFINITY)
28 de enero de 2014
5 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
La obra de Washington Irving, Sleepy Hollow, siempre ha causado una fascinación enigmática desde que se estrenara en 1820 como un pequeño relato de terror. La obra tenía unos ingredientes muy jugosos y pese a que Irving dejaba entrever que la leyenda del hombre sin cabeza no era tal, no fueron pocos los que se sintieron sobrecogidos por semejante historia. Y de hecho, El director Tim Burton escogió este mismo relato para llevarlo a la gran pantalla, en el 1999, con una película de título homónimo que está considerada por muchos como una de las mejores películas del director, que últimamente se encuentra de capa caída.

Pero el caso es que La compañía Disney ya había adaptado esta obra en un pequeño paquete que formaba parte junto A un mediometraje titulado Señor Sapo. No había sido un caso aislado, porque después de la segunda guerra mundial la compañía Disney se había encontrado con diversos problemas financieros y en más de una ocasión recurrió a este formato de reunir diversos paquetes de mediometrajes, una táctica que abarataba costes en frente de una película clásica como Blancanieves o la Cenicienta. Señor Sapo no es una obra tan conocida como Sleepy Hollow, seguramente porque mientras que la primera se trata de una simple obra más de la factoría, la segunda introduce algún toque mágico y gótico que aún visto hoy en día sigue sorprendiendo.

En la versión original se contó con la voz de Bing Crosby, mientras que en la versión doblada se utilizó la voz de Germán Valdés, una de las más reconocibles dentro de los años cincuenta, y que el espectador recordará por doblar otros personajes de películas Disney, como el oso Baloo en el Libro de la selva (1967). Sólo una persona humana pues, detrás de las voces. Aquí nos encontramos con la primera singularidad de Sleepy Hollow, y es el hecho de que se concibe la estructura de la película como una obra muda. Este tono va a la perfección con la exageración histriónica de los dibujos, que acentúan los gestos y rasgos de los personajes protagonistas. Mientras la voz del narrador nos lee su papel, el espectador puede contemplar como la pantomima alcanza su máximo nivel con dos personajes contrapuestos, los principales de la película, como son Ichabod Crane, un joven profesor que viene a trabajar en la pequeña aldea de Sleepy Hollow y Fornido Hueso, un aldeano al que hacerle una broma puede salir bastante caro.

El desarrollo de la película sigue las convenciones más infantiles de la Disney y no es hasta la última parte del metraje que uno puede saborear la mejor esencia de la obra. Las canciones y números musicales se convierten en la tónica habitual de la obra, y mientras aparece la chanza y los momentos cómicos (que pueden triunfar entre la juventud pero no en alguien adulto) la película se desgata en un síncope de secuencias que no tienen nada de especial. En una lucha amorosa, se contrapone el personaje de Fornido Hueso con el De Ichabod. Mientras el primero muestra sus fornidos músculos, Ichabod, un personaje físicamente más bien poco agraciado, utilizará el ingenio para conquistar a una muchacha joven en el pueblo que es la más codiciada. Donde acierta la película es en las motivaciones de los dos protagonistas para conseguir su amor. Si Fornido Hueso parece estar ciertamente enamorado, lo que hay detrás de Ichabod es el deseo de conseguir la fortuna económica que hay detrás de dicha muchacha.

En fin, el mediometraje sigue sin nada reseñable hasta que entra en juego el terror. Fornido Hueso cuenta una historia terrorífica, una leyenda sobre un jinete sin cabeza que atemoriza a cualquiera que se atreva a pasar por sus dominios, sabiendo el escepticismo de Ichabod. El profesor tiene que pasar dicho bosque para llegar hacía su casa y entonces aparece el jinete sin cabeza y el cuento se vuelve mucho más adulto. No quiero ni imaginarme las cabezas de aquellos pobres niños que vieron el cortometraje hace más de cincuenta años. El caso es que la ambientación es perfecta y pese a que el mediometraje adopta un final ambiguo (como el de la novela), consigue redimirse de la medianía a la que había quedado impuesto por la mitad anterior del metraje.

http://neokunst.wordpress.com/2014/01/28/sleepy-hollow-1949/
Kyrios
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