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Voto de Kyrios:
7
Thriller. Drama Después de pasar 13 meses en prisión, Tonny (Mads Mikkelsen) busca a su padre, Smeden (Leif Silvestrer), un terrible gángster de los bajos fondos de Copenhague, que dirige un garaje de coches robados destinados a la exportación. Empieza a trabajar para él como ladrón de coches, para intentar demostrarle su valía... Segunda entrega de la saga "Pusher". (FILMAFFINITY)
15 de mayo de 2013
10 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
Más que una secuela propiamente dicha, Pusher II se trata un Spin off de la primera entrega de Pusher, que en español se le colocó la coletilla de “Un paseo por el abismo”, mientras que en esta segunda obra tenemos “Con las manos ensangrentadas”. Y digo Spin off, porque la obra coge a un personaje de la primera película para darle un protagonismo principal a esta segunda película, que retrocede algún tiempo atrás respecto a esta. Un poco lío, cierto.

Nicolas Winding Refn continuó así su escalada de violencia particular en la trilogía Pusher, rodada en tierras danesas, en las que el director realizó una interesante visión poco idealizada y más bien cruenta. Pensar que una trilogía así tendría cabida en los Estados Unidos habría sido por otra parte impensable.

Evidentemente, las semejanzas entre una y otra son más que notables. El personaje central, como sucedía en la primera entrega de Pusher (y como repetirá el mismo director danés en otras de sus películas como “Drive” o “Valhala Rising”) engloba absolutamente toda la pantalla, pues el director le da todo el máximo protagonismo posible. En este caso tenemos a Tonny (personaje que ya salía en la primera entrega), interpretado por Mads Mikkelsen, un drogadicto y ladronzuelo de tres al cuarto, que vive básicamente de su padre, un gánster que sabe moverse mejor dentro del mundillo.

Una de las constantes de Refn es que no idealiza la película en casi ninguna ocasión, sino que simplemente se dedica a registrar la realidad tal y como es. Quizá, es bueno matizar que si bien la manera como dirige no se acerca tanto a la naturalidad, los hechos sí que muestran una veracidad totalmente desoladora. Por este motivo el director se recrea largamente en secuencias que otros directores habrían acortado en metraje o directamente obviado, pero que sin embargo en la película son más que fundamentales, porque forman parte del discurso de degradación que nos intenta transmitir Refn. Así pues, las escenas en prostíbulos o las continuas repeticiones de tomas en las que los personajes alivian su necesidad de adicción son necesarias y justificadas en la película, que elabora su propia oda al nihilismo. Puede que el espectador se pregunte si la sucesión de imágenes violentes o de drogadicción sean necesarias, y lo es porque realmente el cine ha retratado de manera muy diferente a como se muestra en la película. Por decirlo de alguna manera, estamos ciertamente malacostumbrados a una tradición que no se ajusta con la que no presenta Pusher, y eso puede molestar a más de uno.

Por otra parte la dirección de Refn sigue el estilo marcado por la primera entrega. Muchas tomas realizadas cámara en mano, pero que constantemente son interrumpidas en el montaje por otros planos y encuadres que denotan una gran recopilación de un arduo trabajo . En una conversación entre dos protagonistas por ejemplo, no es habitual que Refn use la habitual técnica del plano contra plano, sino que dinamite la escena enseñando otros planos que rompan con esta tradición. Incluso con planos que puedan resultar totalmente desequilibrados, porque el director juega constantemente a distorsionar y a crear una estética de ruptura para la película. De igual manera utiliza la música a Refn en la película. Pocas veces acostumbra a dejar una canción que suene hasta el final, sino que se encarga de quitarla o cambiarla bruscamente por otra, lo que puede dejar al espectador más conservador con la sensación de que el cambio que se ha realizado ha sido brusco y no intencionado, como de dejadez, cuando más alejado de la realidad, todo se trata de una perfección buscada ex profeso para la película.

De igual manera podemos decir lo mismo con la estructura, que rompe algunas escenas clímax para pasar a otras que pese a tener una continuación argumental en la siguiente, han podido romper la sintonía, precisamente porque Refn juega con dejar en suspensión continuamente al espectador.

Es interesante la historia casi edípica que se establece en la película y que se trata de uno de los ejes fundamentales de la película.También, al igual que sucedía con la primera película, pese a que la película capta un realismo extremo hay secuencias que reciben una estética tan preciosa y cuidada que nos puede hacer pensar que la película se aleja de los cánones o que traiciona sus ideales. Hay que matizar esto. Evidentemente el final es claramente simbólico y tiene un componente emotivo tremendamente fuerte. Ahora bien,¿ no es una resolución que también puede darse en nuestras vidas? ¿Acaso no hay momentos de nuestras vidas que puedan resultar altamente espirituales y que nos marquen en fuego para el resto de nuestras vidas?. La película nunca traspasa la frontera de lo más verosímil, sino que simplemente la lleva al limite en algunos momentos.

Y el final no deja de ser una aprobación de lo comentado. Más que una secuela, precuela o Spin Off, Pusher es otra interesante mirada acerca del mundo más degradante de las calles más sucias de Dinamarca, aquellas en las que sólo pasa un tren en la vida.

http://neokunst.wordpress.com/2013/05/15/ciclo-nicolas-winding-refn-pusher-ii-con-las-manos-ensangrentadas/
Kyrios
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