La legendaria productora Hammer sigue en el intento de recuperar sus glorias pasadas, en los últimos años han entregado interesantes filmes de terror como Let Me In y The Woman in Black, y ahora presentan una película ambientada precisamente en la época de sus mayores logros, los años 70.

Un profesor de la Universidad de Oxford (Jared Harris), realiza un experimento con el que pretende demostrar que los fenómenos paranormales tienen su creación primaria como desordenes mentales, analizando el caso de una chica desequilibrada y aparentemente poseída (Olivia Cooke).

Para ello contará con la ayuda de dos estudiantes, chico y chica, con los que el profesor está involucrado en un triángulo pasional, además de un camarógrafo que deberá registrar todo lo que ahí suceda, y que termina involucrándose de más con Jane, la chica supuestamente poseída.

Con una estética muy cercana a la época en la que transcurre la historia, la película remite a muchas otras películas de terror, es además un compendio de lugares comunes, y una cantidad importante de golpes de efecto; las actuaciones dejan mucho que desear, exceptuando a Jared Harris y Olivia Cooke que le ponen algo de alma a su personaje.

Con un guión que se tropieza una y otra vez, las inconsistencias y arbitrariedades del guión se hacen presentes desde el inicio mismo del film, y entrando a la parte final de la película, mucho de lo que se había establecido es dejado de lado, para convertirse en una especie de remake fallida de El conjuro.

The Quiet Ones se arrastra hacia una resolución hueca y con cierto hastío, a la que no la salvan ni los altos decibeles ni los torpes giros en el guión que solo generan que se pierda el interés en el relato.