No soy (ni pretendo serlo) experta en audiovisuales, pero sí que me permito aportar mi propia reflexión sobre este film en cuanto al contexto histórico. Se ha de reconocer que este film de Mar Targarona tiene un importante trabajo de documentación detrás de él. Es un buen medio para entender más sobre la cotidianidad en los campos de concentración: el appel, las palizas, las raciones, las habitaciones, las letrinas, los kapos, la solidaridad entre los deportados (en este caso los españoles que, en Mauthausen únicamente, tenían un triángulo azul de apátriadas con la letra S de Spanien), la prostitución femenina en los campos, dando así visibilidad, también, a la historia de las mujeres en los campos de concentración las cuales vivieron su propio calvario y del cual poco se conoce, etc.

No obstante, le quita veracidad al relato el hecho de que protagonizaran obras de teatro en su propio barracón y en su propia lengua frente a los SS (sí que es cierto que, como pequeños actos de resistencia, hacían obras de teatro pero sin medios y a escondidas de los SS) y los privilegios cedidos a Francesc Boix en este film en el cual es llamado por su nombre por los propios SS cuando para esas bestias todos eran llamados por su número por tal de borrar su identidad. A esto cabe añadir que no tiene ningún sentido que una paliza a un SS no acabe con la ejecución inmediata del preso así como tampoco da credibilidad el cuerpo musculado de su protagonista quien interpreta a un Francesc Boix que estuvo en Mauthausen 4 años que, aunque durante ese tiempo tuviera buenos puestos de trabajo en el campo respecto a otros prisioneros, no significa que no hubiera pasado hambruna y que su físico no lo demostrara.