Nada que ver tiene el cine actual, pura basura repleta de falsos sentimientos y actuaciones sobre actuadas, con el maravilloso cine de los años setenta, fornido, robusto y pletórico en cuanto a argumentos y modo de narración. Asistimos a un nuevo drama de la existencia humana, bien llevado, perfectamente relatado y estupendamente interpretado. Creíble hasta la última célula del intelecto, sin exageraciones, sin desmesuras ni situaciones rocambolescas.
Completado por una deliciosa melodía, sin la estridente y repugnante música con la que cualquier producto actual se adereza, este filme supone un canto a los sentidos, a la melancolía, a la pasión por la vida.
Un padre tiránico, que desea ajustar la vida de su hijo, pero finalmente bondadoso, un hijo rebelde al estilo de los sesenta y los setenta, una novia pobre y no demasiada bella, otro padre proletario y de origen italiano, conformarán un relato inolvidable, maravilloso, infinitamente hermoso e infinitamente superior a cualquier película actual.