Una película de animación que a nivel técnico y artístico es sencillamente maravillosa, tiene una factura excelente, su diseño y estética, que siguen siendo muy propios de Pixar, podrían haber funcionado perfectamente incluso para una cinta de adultos.

El problema es la indefinición de un guion, que quiere ser demasiadas cosas y no logra alcanzar casi ninguna.
Visualmente no es exactamente infantil, sino que las múltiples referencias que contiene, a obras que van desde “Star Wars” a “Interstellar”, pasando por “Starship Troopers”, buscan conectar con personas de un rango de edad de 35 a 55 años más o menos, pero sus escenas están interrumpidas por un humor tremendamente infantil y unas moralejas del estilo “el trabajo en equipo es bueno” que parecen dirigidas a niños de 5 años.

Andy, el personaje de Toy Story, es un niño que hubiera quedado encantado con una película de aventuras al estilo de “Una nueva esperanza” o “En busca del arca perdida”, que en esencia, tienen historias sencillas que siguen el camino del héroe.

Aquí Buzz Lightyear es una obra más sobre el fracaso, la redención, y que aspira a ir más allá sin conseguirlo, podría ser el reverso que muestra que hasta el héroe tiene dudas, o se siente derrotado o incapaz de seguir a veces, o incluso contar que no siempre tiene porque ganar, el único problema con eso, es que este Buzz no es el juguete, es el personaje en el que se basa, y no se molestan en presentarlo como el héroe que supuestamente dicen que es en ningún momento, intentan correr antes de gatear.