Cinta bélica centrada en la reflexión y la crítica.
Ubicada en 1944, con un ejército americano que combate al ejército alemán, que pese a estar en retirada sigue luchando hasta el final.

Elaborada con escaso presupuesto por Robert Aldrich (Doce del patibulo, El último atardecer) con guion adaptado por James Poe a partir de la obra de Norman Brooks, la película quizá no pueda mostrar con total verosimilitud histórica lo sucedido, pero logra sobradamente su objetivo, que es mostrar como la guerra, como situación extrema que es, saca lo mejor y lo peor del ser humano, y plasma el funcionamiento jerárquico del ejército, en el que como en otros ámbitos, influyen más los contactos y la política que los méritos.

En la secuencia de inicio vemos cómo unos soldados son dejados a su suerte por el capitán Erskine (gran trabajo de Eddie Albert en un rol poco habitual en el), quien de forma notoria demuestra no ser válido para el puesto que ocupa, mostrando tanto cobardía como fragilidad y llegando a resultar despreciable.
Esta acción no la puede olvidar el teniente Joe Costa (Jack Palance, en uno de sus mejores papeles), quien se preocupa de sus hombres y valora sus vidas, llegando incluso a amenazar al capitán si vuelve a repetirse.
Otro teniente, interpretado por William Smithers, procura arreglar la situación mediante el diálogo y la sensatez buscando otra vía, y plantearle el problema al superior del capitán, un Lee Marvin en un rol cínico y político bien llevado. Ambos tenientes buscan lo mismo, proteger a sus hombres, y adoptan caminos distintos pero se prometen que no permitirán que más de sus hombres caigan de ese modo.

Todos los personajes son reflejos del bien y el mal decantándose a través de sus decisiones, mostrando como a veces la decisión correcta puede no ser humana y como el bien puede ser castigado de forma terrible.