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Voto de Normelvis Bates:
6
5,1
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Ciencia ficción. Terror
Un buscafortunas que viaja en su coche vislumbra el aterrizaje de un platillo volante. Poco después, una pareja de adolescentes atropella por error a un extraterrestre... (FILMAFFINITY)
10 de septiembre de 2009
9 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
Sí, de acuerdo, lo sé, tenéis razón: esto no hay quien se lo trague. ¿A quién le daría miedo ese platillo volante que parece una exprimidora tuneada? Y a esos adorables hombrecillos verdes cabezones y cascarrabias que se dejan atropellar como gatitos y que son corneados y volteados sin piedad por toros borrachos, ¿no os entran ganas de estrujarlos entre los brazos y de darles todo el amor y las carantoñas que el resto de los seres de este mundo les niega? ¿Cómo podría nadie creerse que estas frágiles criaturas que se desmembran como si fueran del papel maché y armadas tan sólo con uñas hipodérmicas retráctiles cargaditas de alcohol podrían albergar la intención de conquistar y someter a su voluntad al planeta Tierra?
Y sin embargo... Pese a todos sus errores técnicos, a lo desquiciado del guión, a las patosas interpretaciones, esta película tiene un encanto que no se apaga con los años. Serán los títulos de crédito, o esa música más propia de una comedia, o esa galeria de personajes (los buscavidas tarugos, el quisquilloso granjero, los bobos polis y militares, los adolescentes salidos), pero todo en esta cinta tiene un aire de parodia desenfadada de las pelis de invasiones marcianas que se habían fabricado como churros en los años anteriores, cuyos lugares comunes finge asumir sin complejos, para reducirlos luego a fosfatina, no da nunca la impresión de pretender que nadie crea la historia que está contando, no es, ese sentido, ni la mitad de seria que “Mars Attacks!” (por cierto, ¿cuántas veces debió de ver Tim Burton esta peli?). Y ese desenfado y esa falta de pretensiones es lo que la mantiene fresca y simpática como el primer día.
Pero eso no es todo, porque esta es, además, una peli con mensaje, ya que enarbola un vibrante alegato en favor de la juventud americana de su época, menospreciada cuando no ignorada por sus mayores, que sólo ven en sus hijos a unos mastuerzos secuestrados por la lujuria, la cerveza y el Rock’n’Roll. Ah, amigos, qué poco imaginan los adultos la gran capacidad de convocatoria, la solidaridad e iniciativa que anidan en los febriles pechos de sus cachorrillos, qué poco sospechan que es una, ejem, brillante estratagema ideada por estos jóvenes incomprendidos la que acaba salvando a nuestro planeta de los etílicos hombrecillos verdes, manteniendo nuestros valores y nuestro estilo de vida apartados de sus sucias y alcohólicas zarpas y ahorrándonos así, de paso, la peor resaca de nuestras vidas.
Y sin embargo... Pese a todos sus errores técnicos, a lo desquiciado del guión, a las patosas interpretaciones, esta película tiene un encanto que no se apaga con los años. Serán los títulos de crédito, o esa música más propia de una comedia, o esa galeria de personajes (los buscavidas tarugos, el quisquilloso granjero, los bobos polis y militares, los adolescentes salidos), pero todo en esta cinta tiene un aire de parodia desenfadada de las pelis de invasiones marcianas que se habían fabricado como churros en los años anteriores, cuyos lugares comunes finge asumir sin complejos, para reducirlos luego a fosfatina, no da nunca la impresión de pretender que nadie crea la historia que está contando, no es, ese sentido, ni la mitad de seria que “Mars Attacks!” (por cierto, ¿cuántas veces debió de ver Tim Burton esta peli?). Y ese desenfado y esa falta de pretensiones es lo que la mantiene fresca y simpática como el primer día.
Pero eso no es todo, porque esta es, además, una peli con mensaje, ya que enarbola un vibrante alegato en favor de la juventud americana de su época, menospreciada cuando no ignorada por sus mayores, que sólo ven en sus hijos a unos mastuerzos secuestrados por la lujuria, la cerveza y el Rock’n’Roll. Ah, amigos, qué poco imaginan los adultos la gran capacidad de convocatoria, la solidaridad e iniciativa que anidan en los febriles pechos de sus cachorrillos, qué poco sospechan que es una, ejem, brillante estratagema ideada por estos jóvenes incomprendidos la que acaba salvando a nuestro planeta de los etílicos hombrecillos verdes, manteniendo nuestros valores y nuestro estilo de vida apartados de sus sucias y alcohólicas zarpas y ahorrándonos así, de paso, la peor resaca de nuestras vidas.