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Polonia Polonia · Suena Wagner y tengo ganas de invadir
Voto de Normelvis Bates:
7
Aventuras. Fantástico. Terror. Comedia. Acción Inglaterra, siglo XIII. Las fuerzas del Mal ejercen su reinado en la Edad Media. Valerosos caballeros se disponen a entrar en desigual batalla, mientras los atemorizados campesinos se refugian tras los muros del castillo. Todo cambia con la inesperada llegada de un nuevo héroe, provisto de sofisticadas armas y que dice provenir del siglo XX. (FILMAFFINITY)
16 de enero de 2010
13 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
¡Oh, Dios mío, qué horror, qué inmensa tragedia! ¡Ash, nuestro Ash, absorbido por el poder del maléfico Necronomicón, arrancado de su mundo, arrojado quién sabe dónde! ¿Es que la crueldad de los muertos no tiene límite? ¡Malditos seáis, seres malvados y despiadados! ¿No bastaba con aniquilar a sus amigos, con destruir a su amada, con dejarle lisiado de por vida? ¿Qué habéis hecho con Ash? Decidnos, ¿dónde está? ¿Qué ha sido de él?

En una verbena. En una maldita verbena. No busquéis más, ahí está Ash. Metido hasta las trancas en un cotillón en que los espantosos muertos de las dos primeras partes de la saga, pimplados a más no poder y más calientes que un ajo, se han enfundado gorritos y antifaces de cartón y gafas y narices postizas y van dando tumbos por la pista de baile, cubiertos de pringoso confetti y reblandecidas serpentinas, bajo la luz de los farolillos y la bola de espejos, soplando espantasuegras y cornetines y moviendo sus traseros al ritmo de “Bamboleo” y “Paquito el Chocolatero”. Ahí está Ash, miradle, ved cómo trasiega cubatones de garrafón sin pestañear, cómo alardea de la flamante motosierra que ocupa el lugar de su mano derecha y de su estupenda Remington de dos cañones del calibre 12 (fabricada en Grand Rapids, Michigan), qué bien se lo pasa ejerciendo de héroe enviado desde el futuro ante un hatajo de patanes medievales y de crédulas aldeanas loquitas por sus músculos, su ingenio y su labia sin parangón (“Hail to the king, baby!”). Ash no estaba muerto, no: el muy cabrito estaba de parranda.

Por si alguien no lo ha pillado, lo diremos de otro modo: “El ejército de las tinieblas” es una ágil y trepidante cinta que recrea y desmonta jocosamente a la vez el género más bien sosote y ceremonioso de las aventuras fantásticas de espada y brujería con trasfondo medieval, cerrando irreprochablemente una de las sagas de horror y humor más personales e interesantes del cine de los 90. Un Sam Raimi más desmelenado todavía que en la montaña rusa que era “Terroríficamente muertos” nos regala un cóctel de acción y humor, que incluye nada encubiertos homenajes a Mark Twain, Ray Harryhausen o “Ultimátum a la Tierra” y que, a pesar de contar con un presupuesto nada modesto, no aspira más que a ofrecer el mismo entretenimiento desacomplejadamente simplón y rudimentario de las viejas y entrañables pelis de serie B. Es por eso, listillos del mundo entero y aburridos compiladores de gazapos, que al mago Raimi le importa un pepino que se vea constantemente el cartón de sus trucos: esto es una fiesta, nos dice, y quien quiera entrar a pasarlo bien sin hacer preguntas innecesarias será siempre bienvenido.

No faltará, por supuesto, quien, indignado, bajará en bata y pantuflas y aporreará la puerta de Raimi para quejarse de que el ruido de su juerga le impide apreciar los hermosos y sugerentes silencios de “Persona”. Qué le vamos a hacer, peor para él y más, muchísimas más risas para los que, desde dentro, nos partimos con sus quejas.
Normelvis Bates
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