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Polonia Polonia · Suena Wagner y tengo ganas de invadir
Voto de Normelvis Bates:
6
Thriller. Drama Basada en la obra de Brian Burrough "Public Enemies: America's Greatest Crime Wave and the Birth of the FBI, 1933-43". Narra la historia de Melvin Purvis (Christian Bale), el agente del FBI que en los años treinta dirigió la búsqueda del legendario atracador de bancos John Dillinger (Johnny Depp) y su banda. (FILMAFFINITY)
30 de enero de 2010
5 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
No sé por qué, pero la solemnidad goza de muy buena fama últimamente. Que nadie me entienda mal, no tengo nada en especial contra el hecho de que se toquen temas serios o transcendentes en las películas, pero sí la sensación de que, últimamente, casi todos los géneros cinematográficos se han contaminado de una gravedad y una sentenciosidad, a menudo gratuitas e incluso ridículas, que se reservaban, años atrás, para los dramones y las series y telefilms de sobremesa: ahí está “Matrix”, por ejemplo, y su insufrible chatarrería pseudofilosófica para seminaristas frustrados, o “Revolutionary Road” y sus acartonados berreos y moqueos de niño malcriado a cuento de la frustración vital, o todo, absolutamente todo Von Trier, Sumo Pontífice de los plastas, pero para qué entrar en detalles cuando me los puedo ahorrar.

Incluso en un género como el thriller, algunos directores, no sé si por complejo de inferioridad o porque, desde que estamos en la era digital, salen más baratos los nuevos formatos que el viejo celuloide, de un tiempo a esta parte estiran los pasajes musicales, espacian y ahuecan las frases en los diálogos, alargan los planos, incluyen largos y reposados fragmentos que remansan la acción y todo ello, me imagino, porque pretenden de este modo dar más “seriedad” o “profundidad” a un relato que, muy probablemente, agradecería justo lo contrario. Total, que para explicar lo que tipos como Fleischer, Siodmak o Fuller contaban en apenas 80 minutitos de nada necesitan ellos, por lo menos, sus buenas dos horas y pico de metraje.

“Enemigos públicos” no es una mala película, pero deja la sensación de que podría haber sido mucho mejor si Michael Mann hubiera optado por el nervio y la sobriedad y no se hubiera tirado tanto tiempo mirándose en el espejito del estilo y el amaneramiento. La escena inicial es brillante y está muy bien resuelta, pero su ritmo global languidece con demasiada frecuencia y el único recurso al que Mann parece ser capaz de recurrir para desperezar al espectador es el de zarandear su cámara como si, mira tú por dónde, de un Von Trier cualquiera se tratara. La fotografía, además, es sorprendentemente mediocre y tenebrista y añade ocasionalmente algo de confusión al asunto. Los personajes no acaban de estar bien dibujados y por mucho énfasis que trate de poner en ella Mann, la relación entre Dillinger y su chica suena a hueca y está en consonancia con el gélido tono general de la peli, y aunque Johnny Depp esté correcto, la cara de acelga hervida de Christian Bale no ayuda mucho, la verdad, a conectar con su personaje. Por si fuera poco, a Mann se le cuelan varios errores de bulto: se bailan canciones que Billie Holiday no había grabado aún, Pretty Boy Floyd murió después y no antes que Dillinger, en el cine los fragmentos de “El enemigo público número 1” aparecen desordenados cronológicamente. Es lo que pasa cuando uno dedica demasiado tiempo a mirarse en el espejito: se subraya lo accesorio, se olvida lo esencial.
Normelvis Bates
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