La verdad es que me ha sorprendido muy gratamente la propuesta valiente de Don Armendariz. Un tema tan utilizado y tan recurrente como es el maltrato, sea del tipo que sea, es manejado sin alardes, sin grandes juicios de valor, sin espectaculares escenas conmovedoras, sin cebarse con el maltratador y sin ensalzar la figura del maltratado. Los hechos se exponen con sutileza, con sobriedad, y con libertad de cara al papel que juega el espectador en el desarrollo de los acontecimientos. Es muy gratificante el hecho de descubrir por uno mismo y dependiendo de la experiencia vital de cada uno los entresijos de unos personajes que sabiamente el director no describe de forma extensa y tampoco les encasilla. El poder atar o no los diferentes cabos y las diferentes relaciones que se establecen o se rompen en la película creo que vale mucho mas que cualquier final redondo o impactante al que facilmente podría haber recurrido el director, y que presupongo que muchos espectadores, entre los cuales no me incluyo, habrán extrañado y añorado. Gracias Montxo por no hacer un desenlace made in hollywood.