Antes de verla, debe tener en cuenta que esta película despierta opiniones muy extremas, esto quiere decir que puede que le guste mucho o nada en absoluto.
Para comprender la película le recomiendo que se abstraiga de los hechos y se deje llevar por las sensaciones que despierta el mundo de la mente de un niño. Si no ha leido el cuento, no piense que están ante una historia común, en un tiempo común, y desde luego, no piense que es para niños.
La recomiendo especialmente a los amantes de la fotografía y las sensaciones. Para todos aquellos que hayan olvidado su niñez, es muy posible que resulte todo un descubrimiento, un viaje personal a los propios recuerdos y sentimientos de infancia.
El guión hace posible que el protagonista se presente con el más puro espíritu de un niño que haya visto jamás retratado en una película: sin gestos de adulto, sin vocabulario de adulto, sin sentimientos adultos. Tan solo un niño en todas sus dimeniones. Podemos experimentar con él los celos, el deseo de poder, de mandar, de ser aceptado en un grupo, de divertirse... y vernos a nosotros mismos en ese sin sentido con el que necesitábamos ver la realidad, como un juego simple y salvaje, con reglas que podían cambiarse y que no terminaba nunca.
A mi me embaucó desde el primer momento.