Lo primero que llama la atención después del visionado en el tremendo respeto que la obra muestra por las personas con (presumibles) problemas mentales, delirios, conspiranoicos y también por aquellos que han de lidiar con los que 'gozan' de estas apreciaciones de la realidad alternativas. Y es que en el film se nos muestra el punto de vista del loco, de aquel que cree que puede ser abducido.
Llegado un momento clave, que coincide con un clímax artístico en relación a una fantasía (o no tanto) de la protagonista, parece que el conjunto de la obra empieza a patinar, puesto que conocemos, o se nos sugiere, que es una ilusión. Pero cuando concluye la misma (despierta en el psiquiátrico) encuentra a una compañera de habitación que evidencia las mismas cualidades 'marcianas', y que además aparecía en los sueños de Sarah, en lo que constituye el gran punto fuerte de toda la película, pues se infiere una posible realidad en todas aquellas fantasías que hasta ese momento se habían dado como tales.

Más allá de posicionarnos sobre si lo que hemos visto es real o no, la película es un estudio social sobre las distintas sensibilidades que aparecen ligadas a la existencia, el escaso crédito que se suele conceder a los catalogados como raros, dentro de los cuales pueden encontrarse personalidades tremendamente complejas y delicadas.
Huelga decir que todo se hace posible gracias al talento de Alison Brie, en una interpretación de una sutileza arrebatadora.